Viaje a la chilena

30.3.07 4 Comments

Viajar es un placer, qué duda cabe. Para mí, una de las mejores cosas en que gastar la plata. Los recuerdos y lo bien que se pasa no se borran nunca.

Pero el viaje es un proceso que comienza mucho antes de subir al auto, avión, tren o sea cual sea el medio de transporte que lo llevará a su destino. Hay toda una etapa previa tan entretenida como el viaje mismo. Y dura más, porque a la vuelta el viaje se alarga, con los recuerdos y las fotos.

Al chileno le gusta viajar, eso seguro. No importa si es aquí al ladito, al otro lado de la cordillera, y en auto. En el camino hay que parar a comer nieve, ojalá revolcarse en la misma y subir empapado al auto para proseguir el viaje. Pero hay que poder decir que se estuvo en el extranjero.

Aquí, algunas características propias del buen viaje chileno. Sólo en lo atingente a los preparativos y el viaje mismo. La vuelta al hogar, en la próxima entrega.

Antes del viaje.

Los preparativos propios. Desde que se pronuncia por primera vez la palabra viaje, el chileno enloquece. Ya nada más importa, y sólo vive para preparar la travesía: sacar pasajes, reservar hoteles, comprar maletas, bolsos, ropa especial para la ocasión. Si en el destino se habla otro idioma, esta etapa puede incluir también algunas clases para chapurrear algo en la lengua foránea. Obviamente nada se aprenderá, y las palabras que creyó aprender, nadie las entenderá.

Los preparativos anexos. Todo chileno debe hacer saber a sus amigos, familiares y conocidos el destino de su viaje. Es una norma de urbanidad mínima, así ellos –y también los vecinos, los amigos de los conocidos y quien sea que sepa del viaje –podrá mandar “un encarguito” a los familiares que, obviamente, tiene en el lugar escogido para el viaje, por recóndito que este sea. Muchas veces el favor incluirá no pocos kilómetros recorridos exclusivamente para entregar el paquete. Pero descuide, todo es recompensado: seguro los chilenos residentes le tendrán algo para comer, idealmente bien chileno: unas empanadas o una cazuela, no vaya a ser que alguien crea que en su lejano destino se olvidaron de las tradiciones patrias.

Durante el viaje.

En el viaje, y salvo los conocidos –o conocidos de conocidos –a los que expresamente se va a visitar, no hay nada que pueda causar más alegría al patiperro chileno que encontrarse con un compatriota. Basta escuchar un chilenísimo huevón, o siquiera un cachai, para abrir desmesuradamente los ojos, poner la mejor sonrisa y correr al encuentro del coterráneo con los brazos abiertos, para fundirse en un patriotero abrazo. Incluso, luego de conversar de los lugares exactos de origen y otras menudencias, terminarán como íntimos amigos compartiendo una comida en algún local.

Decir garabatos en lugares públicos, en un lugar donde nadie los entiende, es uno de los pasatiempos favoritos del chileno viajero. Ir en el metro lleno y lanzar un “mira la cara de hueón de ése” o “cacha la vieja fea”, en la cara de los aludidos, puede ser el colmo de la felicidad. Sé de alguien que, luego de alabar junto a un amigo –groseramente, por supuesto –las cualidades de una bien dotada garzona en algún país de habla inglesa, recibió un educado “gracias” luego de pagar la cuenta. Era española, claro, y había entendido hasta la última palabra. Se cuenta otra historia, que raya en el límite de la leyenda: un chileno que en un atestado metro procedió a expeler un gas, argumentando que, al ser en otro idioma, nadie iba a saber que había sido él. No me consta que sea cierto, pero el cuento es bueno.

Comprar. Básicamente a eso se limita el viaje. Sacar fotos y comprar, comprar y comprar. Cualquier cosa, lo que importa es que tenga impreso el nombre del destino: poleras, polerones, gorros, chapitas, tazones, llaveros, lápices. Lo que sea, de verdad. Pero si fue a París, la Torre Eiffel debe cruzar la polera completa. Nada de detalles aquí, lo que importa es que se note dónde estuvo. La otra compra importante es el souvenir típico, o no tanto, para llegar con él al aeropuerto, ojalá puesto: nada como bajar del avión con un peluche de Mickey gigante abrazado, o mejor aún, con un gorro de mariachi que haga difícil pasar por las puertas.

Usted no lo diga 2: más frases prohibidas

29.3.07 25 Comments

Revisando mi lista personal de manías- que no es corta, por cierto –di con nuevos términos que deberían, a mi juicio, ser exiliados definitivamente de nuestras vidas. Más expresiones que me provocan alergia. Y ya que hoy es el Día del Combatiente, he decidido rendir mi homenaje combatiendo estas expresiones.


Haciendo un profundo análisis de los términos comentados ayer, de los de hoy y de los recibidos en los comentarios, he logrado determinar que lo que me molesta, en la mayoría de los casos, no es la palabra en sí, sino su combinación con otras o el contexto en que se utilizan. No hay nada peor que una expresión correcta utilizada incorrectamente. Por decirlo de alguna manera, el problema no son los zapatos, sino usarlos en los pies cambiados. Espantosa metáfora, acabo de notarlo. Pero las he visto peores, así es que no pienso eliminarla.

Entonces, sin más preámbulo (siempre he querido saber si existe un ámbulo), la segunda parte de Usted no lo diga. Con extrema originalidad, lo he bautizado “Usted no lo diga 2: más frases prohibidas”. Simplemente genial, ¿no? Recuerde: si alguna vez va a pronunciar una de estas frases, piénselo dos veces. Y si luego de pensarlo todavía quiere hacerlo, muérdase la lengua.

Te voy a conversar algo. No es el te voy, ni el conversar, ni el algo, palabras de lo más normales y adecuadas en su uso. Lo terrible es la funesta combinación de las palabras, utilizada para introducir cualquier cosa que se desee decir. Peor aún si se utiliza la duplicación del “te”, a saber: te voy a conversarte algo. Espantoso. Simplemente prescinda de la introducción, y plantee lo que quiere de una vez, sin más dilación. Si quiere introducir lo que va a decir, o avisarle a alguien que desea decirle algo, hágalo de otra manera.
Alternativas: te voy a decir algo, tengo que conversar algo contigo.

Qué agradece. Espantosa fórmula para expresar al interlocutor que su “gracias”, sea cual sea la razón que lo generó, es bien recibido. Por lo general es acompañado con un leve gesto de desprecio –el casi imperceptible movimiento de una mano, por ejemplo –como menospreciando algo, nunca se sabe si lo que generó la gratitud, la gratitud misma o su expresión. En todo caso, evite a toda costa usarla.
Alternativas: de nada, no se preocupe.

De ahí. Expresión que no por breve repugna menos. Utilizada frecuentemente para patear un rato cualquier tarea. Su procedencia es inexplicable: una locución eminentemente utilizada para indicar un espacio –ahí –se transforma por arte de magia en una manera de indicar tiempo. Otro de los misterios de la relación espacio-tiempo, digna de ser estudiada por expertos.
Alternativas: luego, más tarde, más rato.

Por ser. Un comodín que, pese a ser utilizado en múltiples situaciones, no debiera ser pronunciado nunca. Por lo general sirve para presentar una ejemplificación, en el afán que tiene tanta gente por ilustrar adecuadamente lo que está exponiendo. Así, podría escuchar esta voz en la siguiente situación: la encargada de una fotocopiadora le explica a un cliente que no puede copiar lo que le pide, porque la máquina no funciona. Como parte de su explicación, dirá algo como “nooo, si por ser hace un rato traté de hacer unas copias de unos documentos y no se pudo”. Incomprensible.
Alternativas: por ejemplo, verbigracia.

Documentar. A propósito de documentos. Dice la RAE sobre este verbo: 1. Probar, justificar la verdad de algo con documentos. 2. Instruir o informar a alguien acerca de las noticias y pruebas que atañen a un asunto. Nunca he logrado explicarme cómo llegó esta palabra a denominar el cada día más utilizado giro de cheques a fecha. Aunque no es la única forma de documentar, claro: también están los pagarés. ¿Quiere comprar algo, o contratar un servicio urgentemente, pero no tiene con qué pagarlo? No se preocupe, seguro le ofrecerán que lo “documente”. Asqueroso.
Alternativas: girar cheques a fecha, pagar con varios cheques.

Tema. No como una temática, sino para referirse a una obra musical. No soporto este término. Aún cuando solo es espantoso, puede ser peor combinándolo con otras palabras. Cuando escuche su cumbia preferida, por ejemplo, no se refiera a ella como un rico tema. Y por ningún motivo coloque un tema, menos todavía anunciándolo a los cuatro vientos con un sonoro te voy a colocarte un tema. Horrible.
Alternativas: canción.

La parejita. Utilizado para referirse a un hijo y una hija, usualmente el campeón y la princesita. En otros casos pueden ser los mini lolos. La expresión surge espontánea cuando, ante la pregunta sobre la existencia de hijos, la respuesta es “un hombre y una mujer”. Seguro viene un “Ahh, la parejita”. Pero no crea que se libra si tiene sólo un hijo/a. Apenas se sepa de su preñez o la de su pareja, según corresponda, no faltará quien le desee de todo corazón –a lo mejor con mucho amor y cariño, como Delfín –que con este segundo retoño complete “la parejita”. Insufrible.
Alternativas: no hay alternativas. Simplemente evítelo. Al final, ¿cuál es la lógica de celebrar/desear/querer/buscar la parejita?

Usted no lo diga

28.3.07 21 Comments

Recordando al profesor Banderas, ese insigne defensor de la pureza de la lengua española, ese talibán de las palabras, hoy quiero referirme a los términos que no deberían utilizarse. Porque hay términos que, definitivamente, no deberían ser utilizados bajo ninguna circunstancia. Esos que hacen picar la piel de sólo escucharlos, los que no tienen excusa para existir, los que no resisten análisis. Los términos espantosos de siempre.

Es cierto que hay contextos, situaciones, circunstancias. Está el lenguaje coloquial, el formal, el laboral, el técnico. Uno podría sin duda definir decenas –a lo mejor cientos –de tipos de lenguaje. O al menos de circunstancias de lenguaje, o de comunicación, si se prefiere. Pero hay términos que no deberían entran en ninguno. Que no pueden entrar. Los que deberían ser exiliados del idioma.

Aquí mis muy personales exiliados. Cada quien tiene los suyos. Pero como no se trata de criticar por criticar, sino de realmente no aportar, van las alternativas. Aunque al final, cada uno habla como le parece. Pero si quiere utilizar los que a continuación enumero, por favor no lo haga en mi presencia.

Colar. La RAE define 13 acepciones de este verbo, ninguna de las cuales se refiere a almorzar. Entiendo que haya gente que sale a colación, aunque no me gusta el término. Pero cuando empiezan a conjugar el verbo “colar”, me irrito. Eso de llamar a alguien por teléfono y que me digan que “anda colando”, o que alguien me avise con anticipación –muy comedidamente, he de reconocerlo –que no lo llame durante la próxima hora porque “va a colar”, es francamente exasperante.
Lo que me intriga es si la gente que “cola” de lunes a viernes lo hace también los fines de semana o en vacaciones. O sea, ¿eventualmente alguien me podría invitar a colar el domingo a su casa? No me parece, o al menos nunca lo he oído. Lo que me lleva a otra pregunta: ¿qué diferencia los días laborales de los festivos como para cambiar el nombre de una misma acción?
Alternativa: almorzar.

Diligencias. Hasta donde sé, las diligencias son esos coches grandes que se utilizaban en el Lejano Oeste, desde o hacia las cuales disparaba John Wayne, o más recientemente –aunque tampoco tanto –Clint Eastwood. Pero siempre me ha llamado la atención la gente que “sale a hacer unas diligencias”. Unos trámites, eso sí. Unas cosas, incluso, aunque sea una expresión más bien vaga. Pero por favor, no diligencias. Entre otras cosas, porque una de las acepciones de la RAE dice que “hacer alguien una diligencia” significa “exonerar el vientre”. Lo que nos lleva al siguiente término a evitar.
Alternativa: trámites.

Está ocupadito. Frase usualmente pronunciada por secretarias con poco tino, deja en evidencia a sus jefes, pues a estas alturas es ya un sinónimo de exonerar el vientre. Conocida es la tendencia de los chilenos a expresarse con diminutivos. Eso de espérame un ratito y después nos tomamos un traguito mientras comemos alguna cosita. A veces es insoportable, cierto. Pero pasa. En cambio el “está ocupadito” es absolutamente impresentable. Menosacaba sin duda la dignidad de quien, en efecto, está ocupadito, al revelar sin misericordia su verdadera ocupación, al menos en ese preciso instante.
Alternativa: no está, está ocupado.

Espérame un chiquitito. ¿Un qué? Pronunciada por lo general a través del teléfono, es una de las peores expresiones que conozco. Un chiquitito se refiere, por definición, a algo. Un libro, un árbol, un mueble. Incluso un hombre chiquitito, como Nelson de la Rosa. Pero no existe un chiquitito por sí solo. Probablemente derivado de “espérame un rato chiquitito”, me parece que el ahorro de tiempo y/o saliva no justifica el desagrado de escucharlo.
Alternativa: espérame un poco. Como mucho, espérame un poquito.

A cómo sale. Vocablo que puede usted escuchar en cualquier parte donde se venda algo: desde el ambulante con el plástico que arranca de la ley hasta la más grande de las grandes tiendas. Utilizada para inquirir el precio de un bien o servicio en particular, me produce alergia. Entérese de una vez: las cosas no salen, a menos que uno las saque. Y lo que se quiere preguntar es cuánto, no cómo.
Alternativa: cuánto cuesta, cuál es el precio.

Colegas. Ampliamente escuchada en ambientes laborales, aunque no es privativa de dichas instancias. Hay rubros en los que es más común –profesores y periodistas, entre otros –pero no hay profesión u oficio, por más exclusivo que aparezca, en que no haya algún grado de coleguismo. Personalmente, me irrita tanto que no contesto. En todo caso, gracias a Dios soy el único con mi profesión en mi trabajo.
Alternativa: compañeros, amigos, cabros, chiquillos, oigan. Cualquier cosa, pero no colega.

Se paga. Repugnante, es escuchada con frecuencia en el transporte público. Se utiliza simultáneamente a la entrega del valor del pasaje al conductor o quien cumpla las labores de recaudador. Algunos lingüistas han manifestado su preocupación por la probable desaparición del vocablo a raíz del Transantiago y su automatización del cobro. A todos ellos, les digo que no se preocupen. Aunque me encantaría que desapareciera, todavía quedan los colectivos y taxis que seguirán cobrando humanamente y no a través de la famosa Bip!
Alternativa: le pago, tome, tenga.

Ir a médico. Detestable expresión que evidencia la asistencia a la consulta de un profesional de la salud. ¿Por qué el rechazo? No lo sé. Simplemente no lo soporto. Encuentro que no es armónico, no está bien estructurado. No pega ni junta, en fin. En una palabra, espantoso.
Alternativa: ir al doctor, como mucho ir al médico.

La banda sonora que no aporta

27.3.07 5 Comments

Vestuarios de colección, coreografías dignas de Michael Jackson en sus tiempos de Thriller, ritmos pegajosos, letras inspiradas y escasa calidad vocal son las características de una oleada de artistas que inundan la red.

Si no fuera por el fenómeno Internet, y el más fenomenal aún YouTube, nada sabríamos de muchos de ellos. Pero la tecnología nos ha permitido conocerlos, admirarlos, idolatrarlos incluso, y de seguro han llegado para quedarse.

Son artistas de culto, sin duda alguna. Desatan pasiones. Hay quienes los aman, otros los detestan. Basta ver los comentarios que aparecen en cada uno de sus videos. Pero hay algo claro: nadie queda indiferente ante estos personajes de altar. Personalmente, los idolatro. No a todos por igual, por cierto, pero hay algo en ese esfuerzo patético por ser artistas que me atrae. Esas ganas enfermizas por vencer la dura realidad, aunque les diga –no puede no decírselos, claro –que la música no es lo suyo. Aquí un recuento de mis personales íconos musicales, algunos descubiertos recientemente, varios de ellos gracias a algún generoso amigo que me dio el dato y otros tantos merced a las horas perdidas frente al computador. Disfruten, y compartan los suyos.

Delfín Quishpe. Un monstruo de la música, probablemente calificado así por lo monstruoso de sus canciones. Delfín es ecuatoriano, y se hizo conocido con su hit Torres Gemelas, donde le canta a su amor, que procedió a fallecer en tan trágico acontecimiento. El problema es que luego de haber contado su triste historia en numerosas oportunidades, Delfín tuvo que reconocer que la historia era de un amigo. Patéticamente se había apropiado de ella, contándola –y lo que es peor, cantándola –como suya. Aunque si me preguntan, eso no le quita ni una gota de dramatismo a la canción. En serio, a ratos hace llorar.
Si no le basta con el video de Torres Gemelas –una maravilla plagada de efectos especiales –puede también ver la entrevista a Delfín, donde el artista todavía cuenta la historia como propia, asegurando que tiene “un dolor sentimiento tan profundo hasta la vez que llevo en mi corazón”, además de enviar variados mensajes –todos con mucho amor y cariño –y definir su música como tecno folclor andino. Delfín es, como se encarga de enfatizarlo, autor y compositor. Un imperdible.

Markitos y los nenes del ritmo. Compatriotas de Delfín, su hit El Cholero compite mano a mano con Torres Gemelas. Tienen un vestuario que rebosa estilo, y reminiscencias Sound, como el engendro guitarra-teclado, obviamente con movimiento de vaivén. Notable es la locación donde Markitos y Compañía tocan, y cuando saludan a los ecuatorianos residentes en España y Nueva York. Y ojo con el solo de zampoña, evidentemente con playback.

Los Conquistadores. Este es impresionante. También ecuatorianos, tienen todo para convertirse en un hit. Letras como “a la medianoche llegó sin calzón” –dentro de su single El Conejito –vestuario de lujo y una coreografía que haría palidecer a la mismísima Karen Conolly. En realidad, creo que la harían morir. ¿Lo más notable? Además de lo ya citado, la boca del vocalista. Nunca el rol dentro de un grupo fue tan bien asignado.

La Tigresa del Oriente. Peruana, tiene un cuerpo de baile que completa su gran performance personal. Su éxito Nuevo Amanecer tiene un ritmo tan espectacular como todos los casos anteriores, pero con una profundidad inaudita. Frases como “si tú sabes dar amor, entonces serás feliz” o “mientras Dios te da vida y salud, aprovecha para dar amor”. La mejor, en todo caso, es “domina tu orgullo, no seas egoísta, sé más amigable, si tú sabes dar amor, un nuevo amanecer tendrás”. El vestuario, digno de Las Vegas, y la cantante, digna de La Vega. Morrocotudo.

Doble Sentido. Un grupo con ese nombre, como dijera doña Rosa, “sea lo que sea no era bueno”. Ecuatorianas, como gran parte de esta oleada de músicos destinados a convertirse en clásicos, en su éxito El Vicho mezclan letras como “el vicho es largo y gordito, a mí ya me picó” o “ayayay me picó el vichito, debajo del ombligo me clavó el piquito” con bien cuidadas coreografías y un vestuario que nada tiene que envidiarle al más profesional de los elencos de baile. El punto más alto: el vicho en persona bailando entre las integrantes de Doble Sentido. Dicen que es familiar del Chacal de la Trompeta.

René de la Vega. No hay lista de música de culto que pueda definirse como tal sin incluir a René. Obviamente, cómo no iba a estar un chileno presente en este recuento músico-fetichista. René es un precursor de este fenómeno, un exponente pre YouTube, que basó su promoción en sus hits, su Mini con cachos de toro y neumáticos gigantes estacionado en Bellavista y la participación en cuanto evento existiera. Esa época era dura, pues se exponía a tomates, cajas de vino y otros objetos de mayor y menor contundencia, que eran arrojados contra su humanidad en cada una de sus presentaciones. Nada importaba que estuviera cantando Chica Rica, su gran éxito que hoy está disponible en Internet, o su posterior y también exitosa Chica Colegiala.
René puede ser considerado el padre de este movimiento de artistas autogestionados, con vestuarios artesanales –a él mismo se los hacía su madre –cuerpos de baile por decir lo menos amateur, en su caso sus hermanas, muy pocas cualidades vocales pero un gran empuje por surgir. Vaya mi homenaje a René de la Vega, el chileno que abrió la senda de los artistas que hoy, con deleite, podemos disfrutar a través del ciberespacio.

En tercera persona

26.3.07 12 Comments

La tercera persona es mucho más que algo que se aprende en el colegio, en esas ya lejanas clases de ex castellano, hoy lenguaje. Mucho más que un él perdido entre listas que memorizar. Sí claro, mucho más. Porque hay quienes utilizan la tercera persona para referirse a sí mismos. Antes al que no aporta le daban vergüenza ajena, pero luego pasó a tenerles cariño. Es que nadie puede hablar en tercera persona sin reírse. El que no aporta lo encuentra heroico, y los héroes le simpatizan. Debe ser que están de moda: los Heroes gringos, así sin acento; los Héroes chilenos, próceres mostrando su lado carnal; y los de Epopeya, héroes censurados. Pero héroes al fin.

En todo caso, y aunque es la fórmula más común, referirse a uno mismo por su nombre no es la única posibilidad. No señor. El lenguaje aguanta mucho más. El que no aporta, aunque ya tarde porque tuvo un día ajetreado, les regala esta pequeña lista de recursos lingüísticos que le pueden servir para referirse a sí mismo. Úselos, porque al menos al que no aporta le han servido para seguir no aportando. Se los dice él, que de no aportar sí que sabe.


Referirse a sí mismo por su nombre. Socorrido recurso, elevado a la categoría de clásico por grandes como Martín Vargas, Carlos Humberto Caszely –que para eso es de profesión ídolo, aunque algunos digan que con pies de barro –o el mismísimo Iván Zamorano. Que ya es como entero de barro a estas alturas, aunque todavía no llueve. Es, sin embargo, un recurso facilista y no demasiado creativo para referirse a sí mismo, propio de gente más creativa con la pelota –el balón, dirán ellos –o los puños, antes que con las palabras. Sin embargo, si no hay nada más a mano, saca del apuro.


Quien les habla. Repugnante manera de referirse a sí mismo. Por lo general utilizada para reseñar el único punto destacable de la vida del orador. Como cuando, por única vez, le dio el palo al gato con esa subida de unas acciones. Años después, el a estas alturas millonario –gracias a esa mañana de suerte, claro –dirá en su alocución ante un aburrido auditorio que “ese fue el inicio de la brillante carrera de quien les habla”. O que en esa ocasión “nacieron muchas fortunas en este país, entre ellas la de Fulano, la de Mengano y la de quien les habla”. Asqueroso, sin duda.


El suscrito. Dice la Real Academia de la Lengua Española, esa noble institución que vela por nuestra bella lengua, sobre suscribir: 1. Firmar al pie o al final de un escrito. 2. Convenir con el dictamen de alguien. 3. Dicho de una persona: obligarse a contribuir como otras al pago de una cantidad para cualquier obra o empresa. 4. Abonarse para recibir alguna publicación periódica o algunos libros que se hayan de publicar en serie o por fascículos.

Entonces, ¿quién puede explicarme por qué alguien puede referirse a sí mismo como “el suscrito”? Está bien, yo mismo estoy suscrito a un diario –aunque sea la suscripción barata –lo que en estricto rigor me hace un suscrito, en la cuarta acepción del término. Pero de ahí a referirme a mí mismo como “el suscrito”, hay un paso. Es como si alguno de esos que pululan por ahí –y que no voy a nombrar –se refiriera a sí mismo como “el corrupto”. Nadie discute que lo sea, pero no es algo para ufanarse. Tampoco de ser suscrito, claro.
En todo caso, y sólo por desahogarme, el suscrito está indignado porque no recibe su suscripción hace dos semanas. Aunque ha alegado, pataleado y amenazado con llegar hasta las últimas consecuencias.

Este humilde servidor. Mientras más recurrida la frase, menos humilde y menos servidor quien la pronuncia. Utilizada generalmente por repulsivos auto referentes que si algo no han sido en su vida es humildes. De servir a alguien, ni hablar. Va acompañada, habitualmente, de una leve inclinación de cabeza, como en demostración de humildad, aunque es tan leve que no alcanza a esconder el brillo en los ojos de quien –eso cree –está engañando descaradamente a su audiencia. Muy escuchada entre políticos, empresarios y, sobre todo, político – empresarios.

Frases a la carta

23.3.07 11 Comments

Los mozos, garzones o camareros, como quiera llamarlos, son sin duda una casta especial. Los buenos se mueven entre mesas casi pegadas con una facilidad impresionante. Llevan bandejas llenas de platos y vasos, sin que nada se caiga. Recuerdan –incluso sin anotar –hasta el último detalle de un pedido de varias personas. En resumen, un prodigio.

También los hay malos. Negligentes, displicentes, despreocupados, flojos, mal educados. Si se encuentra con uno, afírmese, que pueden ser terribles. Lo atenderán con mala cara, le traerán algo que no pidió y seguro lo harán pasar más de un mal rato.

Y entre los extremos se encuentra la gran mayoría, en el espectro intermedio, el clásico “del montón”, que no destiñe ni sobresale. Garzones con buenos y malos días, con pulso variable, con amabilidad fluctuante. Como cualquier mortal.

Pero si hay algo que tienen en común todos –o casi todos –los mozos de este país, es el lenguaje. Esos términos imposibles de escuchar en otra parte, esas preguntas que surgen espontáneas, con el único fin de cumplir de mejor manera su cometido. Expresiones insólitas, que han dejado descolocado a más de un extranjero que osó aventurarse en alguno de los tantos restaurantes, bares, cafés, fuentes de soda y locales de toda clase que se reparten por todo el país.

A continuación una guía con algunas, y sólo algunas, de las más notables expresiones de la jerga garzonil. Provecho.

Qué se va a servirse la dama. Frase con que infinidad de garzones reciben a cualquier mujer que llegue a sentarse a una de las mesas que atienden. ¿Y qué si la fémina en cuestión no es ni cercanamente una dama? No importa, el camarero no reparará en ello, o si repara, lo dejará pasar. Para él, todas son damas, incluso algunas que harían enrojecer a cualquiera con su comportamiento. Adicionalmente, y en casos severos de “damismo”, llegan a preguntar qué se va a servirse la damita. Que por supuesto no tiene más de 5 años. Pero ya es una dama en potencia, claro está.

Qué va a ser. La versión descortés de “qué se va a servirse”, es pronunciada por un garzón por lo general con mala cara, que mientras reparte la carta con una mano, con la otra sacude las migas que dejaron los comensales anteriores sobre la mesa. Obviamente, las migas van a parar sobre los clientes. Si se topa con uno de estos personajes, huya, puede hacer de su salida a comer la peor experiencia de su vida.

La porción. Detestable término para referirse al tamaño del plato. Utilizada frecuentemente para responder una pregunta totalmente diferente. Si se le ocurre inquirir sobre la calidad o frescura de un plato determinado preguntando, por ejemplo, “cómo está el arrollado”, no espere recibir un “fresco, señor”, “rico” o “muy bueno”. Más bien apréstese a que el mozo, con ese gesto como de agarrar una pelota en frente suyo, le diga que es una buena porción. Eso con suerte, porque no es infrecuente escuchar, acompañada del mismo gesto, es así la porción. La eterna dicotomía calidad – cantidad.

No le trabajamos. Seguro más de alguna vez lo ha escuchado. Se trata de una frecuente respuesta, que se escucha automáticamente cuando se pregunta por algo que no hay –ni habrá –en el local. El caso más común se da entre las bebidas gaseosas. Va uno y pide amablemente una Coca Cola para aplacar la sed, pero acto seguido viene la respuesta implacable del mozo, moviendo la cabeza: no le trabajamos la Coca. Tenemos Pepsi, Seven Up, Limón Soda, Crush. Y uno tenía que querer justo lo que no le trabajan.

¿Natural o helada? Pregunta simplemente insoportable, recibida cada vez que uno pide una bebida. Nunca he logrado entender cómo alguien puede tomarse una bebida “natural”. Es como tomar cerveza tibia, o comer empanadas de pino congeladas. Simplemente malo, cuando con la temperatura adecuada puede ser exquisito.
Me he informado al respecto, y en mis extensas investigaciones he logrado concluir que no son pocas las personas que presentan dolor de cabeza y/o muelas con los líquidos extremadamente fríos, lo que justificaría la pregunta. Quien no alcanza a ser justificada es Claudia Conserva diciendo por televisión que ya no sufre de dientes sensibles. Perdonen la digresión, pero el tema me hizo recordarla. Insufrible.

Cortesía de la casa. Frase que expresa la gratuidad de algún bien o servicio. Por lo general se refiere a un bajativo, del tipo menta frappé, manzanilla o bitter araucano. Me he encontrado incluso con algún local en que una de las opciones era un corto de pisco de 30º. En otros casos, la cortesía son los cafés y agüitas de hierbas. Eventualmente, y siempre en algún buen restaurante en que el servicio ha sido en extremo malo, la cortesía de la casa puede llegar a incluir los postres. Como para compensar el desastre que ha sido el resto de la comida, que por cierto seguro será carísima.

SOS bucal

22.3.07 17 Comments

Todos hemos lidiado alguna vez con un resto de comida –usualmente una hilacha de carne o un resto de perejil –incrustada entre nuestros dientes. La primera opción es siempre tratar de sacar los restos con la lengua, pero pocas veces se logra el objetivo. El siguiente paso es la succión. Usando la boca como una bomba de vacío, se intenta extraer al intruso interdental. Es difícil de explicar, pero creo que todos saben de qué se trata. El problema es que, otra vez, los resultados no siempre son los que uno espera.

Una solución es echar al bolsillo, a la cartera o el maletín, algunos mondadientes o hilo dental. Pero definitivamente no es lo usual. Y aunque lo fuera, más de alguna vez nos encontraremos indefensos ante un pedazo de carne encajado con saña entre, digamos, un molar y un premolar. Un incisivo y un canino. O, el peor de los casos por su visibilidad –aunque no por la dificultad en su eliminación –entre las paletas o “chocleros”.

Si, como el común de los mortales, no tiene a mano un adminículo especialmente pensado para ayudarlo en su aflicción, no se preocupe. A continuación, una lista de implementos de emergencia para expulsar a esos extraños de nuestra boca. Algunos son tan fáciles que cualquiera los puede utilizar con éxito. Otros llegan a ser un verdadero arte. Sea cual sea el caso, úselos con precaución. Y por sobre todo, con disimulo.

Carnet de identidad. Es un clásico, aunque con la llegada de la tecnología y el carnet digitalizado, con códigos ininteligibles, moais y todo lo demás, ya no es lo mismo. El fiel y antiguo carnet café plastificado cumplía con esta función perfectamente, en especial porque su borde levemente redondeado protegía las encías a la vez que lograba una gran eficiencia en su trabajo. Y era a prueba de principiantes.
La nueva cédula, sin embargo, está reservada a siderales separaciones de dientes, dado su espesor. Siempre queda, en todo caso, un buen sustituto, llámese carnet de biblioteca, Blockbuster, Registro Electoral, carnet de conducir u otro. Pero sin duda, los días de este artefacto están contados: la tecnología impone los plásticos tipo tarjeta de crédito, inservibles para el propósito que nos convoca.

Tarjeta de visita. Una variación del carnet, con una salvedad. Sólo sirven las de mejor calidad, ésas de papel más bien firme, idealmente couché brillante de buen gramaje. Si es un principiante, no se aventure con este artilugio: su uso requiere de un manejo experto, dado el poco tiempo disponible antes de que la herramienta comience a deshacerse y quede inservible para estos propósitos. Este es un instrumento desechable, dado que guardar la tarjeta deshecha en las puntas producto de la saliva es considerado, por algunos, de mal gusto.

Tapa del lápiz Bic. Implemento de limpieza dental por antonomasia, no profundizaré aquí en sus cualidades. Remítase por favor a “La primera multiherramienta”, punto 6.

Hilacha/hilo. Es una de las primeras posibilidades que se barajan en un momento de desesperación de tipo higiénica-dental. Mientras con la lengua se realizan ingentes esfuerzos por sacar el cuerpo extraño de entre nuestras piezas dentales, con la mano se recorren todas las costuras de nuestra vestimenta en una frenética búsqueda de alguna hilacha perdida que nos permita deshacernos del intruso. Una vez encontrada, generalmente en el reborde de nuestra camisa o polera, comienza el proceso de sacarla sin que se corte antes de lograr el largo deseado. A veces el proceso se dilata, pero una vez logado, el hilo obtenido –sobre todo si la prenda es de buena calidad –casi asegura el éxito de la misión última. Se debe utilizar tal como lo haría con un verdadero hilo dental, y es apto para principiantes.

Pelo. La versión sofisticada de la hilacha, reservada para verdaderos artistas del arte del huachalomo y el perejil. El uso del pelo es quizá una de las más refinadas posibilidades en la lucha contra los restos de comida en la cavidad bucal. Consiste en sacarse un pelo –debe ser largo, por lo que en algunos casos el pelo debe ser cedido por otra persona –y pasarlo entre los dientes como si fuera hilo dental. Si el pelo no ha sido lavado en algunos días, equivale al hilo dental encerado. La dificultad radica en que no tiene la resistencia de este último, por lo que cualquier movimiento violento o fuerza desmedida resulta en su inmediata ruptura. No es recomendable para personas sin experiencia, o con problemas de motricidad fina, que probablemente verán frustrados sus esfuerzos.

Alfiler, clip, chinche. Tres elementos de características similares, generalmente fáciles de encontrar en cualquier oficina. Más de una vez lo sacarán del apuro. El alfiler debe ser manejado con cuidado, porque pincharse las encías con él, duele. Y mucho. En el caso del clip, se recomienda desenrollarlo, dejando un alambre libre para ser maniobrado. Sólo puede ser usado en casos de separación dentaria mediana a grande, dado que por su grosor no cabe entre dientes muy juntos. En el caso de los chinches, valga una precisión: aunque puede ser utilizado, no se recomienda el clásico chinche de cabeza plana, ése en que la punta es un sacado de la cabeza. Si está dentro de sus posibilidades, mejor consiga uno de ésos que tienen cabezas de colores, utilizados generalmente en diarios murales y corchos. Son mucho más maniobrables. También puede ser peligroso para las encías, aunque en menor grado que el alfiler. Manéjese con cuidado.

Fósforo. Simple y eficiente, aunque requiere una mínima modificación en el caso de dientes relativamente normales. Por su grosor, no cabe en una dentadura con poca separación, por lo que hay que adelgazarlo rompiéndolo longitudinalmente. El problema es que eso genera astillas, que pueden quedar incrustadas en las encías. Y entre un pedazo de comida y una astilla, creo que prefiero quedarme con la comida. Úselo bajo su propio riesgo.

Hoja de papel. De una delicadeza extrema, este instrumento es quizá de los más complicados en su utilización. Se debe introducir el borde entre los dientes que se busca liberar, y deslizar suavemente. La dificultad radica en ciertas características de este implemento: primero, su constitución es en extremo frágil, por lo que cualquier fuerza al introducirla entre los dientes puede terminar en su ruptura. Además, al igual que las tarjetas de visita, se deshace con la saliva, e incluso más rápido que ellas. Pero asumiendo que la hoja esté ya en su lugar, viene la parte más delicada: deslizarla sin que el filoso borde corte nuestra encía es algo realmente difícil, por lo que el uso de este sistema se recomienda sólo como medida desesperada en caso de fallar las demás posibilidades.

Uña. He dejado para el final esta repulsiva opción. He conocido a personajes que se dejan larga la uña del dedo meñique de una de sus manos para cumplir con esta función. Es francamente repugnante, lo sé, pero no podía dejarlo fuera. Sirve, además, para otras cavidades, cumpliendo básicamente la función de la tapa del lápiz Bic (véase “La primera multiherramienta”, puntos 5 y 6). No por nada ha sido denominada “la uña del aseo”. Simplemente nauseabundo.

Frases impresionistas

21.3.07 14 Comments

No se trata de frases de Manet ni Monet, ni citas a Renoir o Degas. No, son simplemente frases utilizadas para impresionar. Lo que haría que esto –aunque con otro nombre –sea como la segunda parte de “Expresiones para deslumbrar”. Algo así como Antes del atardecer con Antes del amanecer. Una segunda parte que no es lo mismo, pero es igual. Un poco de originalidad, para no poner “Frases para deslumbrar 2, la revancha” o “El regreso de las frases para deslumbrar” o algo así.

En todo caso, estas frases buscan, ya está dicho, impresionar a los interlocutores. Hacerlo pasar a uno por culto, refinado, sofisticado, cool o lo que sea que uno busque. Es el tipo de frase que se pronuncia pensando –cuidado, nunca en voz alta –“con esta me hago famoso”. Y por lo general se logra, pero famoso por idiota.

Téngalas presentes, para no caer en su uso y para saber reconocerlas entre quienes frecuenta. Si las escucha muy seguido, replantéese sus amistades. Si las pronuncia muy seguido, replantéese sus visitas a este blog.

Crecimiento exponencial. Término escuchado a menudo para referirse a cualquier cosa que ha crecido explosivamente. Por lo general, quien lo utiliza no tiene ni la más remota idea de qué es un exactamente un crecimiento exponencial. A lo más sabe que es algo rápido. Violento. Viene a ser la forma ilustrada –o eso cree quien la utiliza- de “la cagó como se fue pa´arriba”, o la mucho más simple, pero no menos asertiva, “chucha que creció”. Algún famosillo podría, por ejemplo, contar cómo las visitas a su sitio web han tenido “un crecimiento exponencial”. Pero eso sería, aparte de impresionista, de una pedantería sin límites. No la utilice, salvo que sea un matemático capaz de explicar con detalle qué significa el crecimiento exponencial. En ese caso, tampoco la ocupe. A nadie le interesará su explicación.

Lo que nos convoca. Usada cuando los participantes de una conversación comienzan a dilatar mucho el tema principal. En una reunión de trabajo, por ejemplo, y ante los cuentos de la infancia, problemas caseros, vacaciones u otros que surgen en esas instancias, quien dirige la reunión puede perfectamente llamar a tratar “lo que nos convoca”. Es la manera “culta” de decir “déjense de hablar huevadas, si no nos juntamos a hacer vida social”. Puede ser usada, en algunos casos, exactamente a la inversa, cuando en una reunión dedicada justamente a la vida social, el infaltable latero se pone a hablar de pega. En ese caso, “lo que nos convoca” no es otra cosa que unas cervezas, piscolas o un buen asado. Y eso, está demostrado, sí que tiene convocatoria. Utilícela sólo en casos de alta convocatoria, como el ya citado asado.

A todas luces. Una frase deleznable. Utilizada por algún impresionista que quiere aparecer como iluminado por una especie de inspiración divina. Así, no es raro escuchar a alguien afirmar que a todas luces eso es una idiotez. Es la frase inútil por esencia, que queriendo recalcar la claridad de algo, no logra nada, salvo aclarar que, a todas luces, quien la pronuncia quiere impresionar a su auditorio. No es recomendable su utilización bajo ninguna circunstancia.

Me carga el estereotipo. Seguido, claro está, de cualquier estereotipo. Esta abyecta expresión es utilizada frecuentemente por los mismísimos estereotipos o, si se prefiere, los paradigmas. Así, si alguna vez escucha a alguien a sus espaldas diciendo “me carga el estereotipo de la rubia tonta”, no se dé vuelta. No necesita hacerlo para saber que la frase fue pronunciada por una de ellas. Trate de evitar su uso: si el estereotipo es negativo –el de la rubia tonta, por ejemplo –seguro quien lo escuche creerá que está tratando de desmarcarse de su realidad. Y si es bueno –el intelectual, si cabe decir que ser uno es bueno –creerán que es un idiota resentido con quienes piensan. Mejor pase, no hay por dónde ganar.

Una pincelada. Expresión muy socorrida por los ignorantes. Solemos –me incluyo en este selecto grupo –decir que sólo daremos “una pincelada” al tema. Falta de tiempo, temas más importantes, cualquier excusa es buena a la hora de justificar esa falta crónica de conocimiento. Es muy recomendable utilizarla cuando no sabemos de lo que hablamos, o sea, casi siempre.

Desde la vereda. No se trata de ir caminando por la acera misma. No señor. Esta expresión sirve para autoclasificarse en algún grupo determinado. Así, podrá escuchar a quien afirme que habla “desde la vereda del periodismo”. Conozco a varios que lo hacen. Otros, más repugnantes, afirman hablar “desde la vereda de los líderes de opinión”, o “desde la vereda de quienes piensan”. Yo, por mi parte, siempre hablo “desde la otra vereda”. Sólo por llevar la contra, claro.

La primera multiherramienta

20.3.07 22 Comments

El mítico lápiz Bic, precursor de la marca de encendedores, máquinas de afeitar e incluso pilas, sirve para mucho más que para lo que fue creado.
Inicialmente fue pensado como una alternativa económica a las costosas lapiceras a tinta. Un lápiz desechable, que cuando se le terminaba la tinta era botado a la basura. Probablemente uno de los primeros bienes desechables de los que se tenga recuerdo.

Pero el lápiz Bic trascendió su propia existencia. Y en la práctica, escribir se transformó en uno más de sus múltiples usos posibles. Seguro todos recuedan alguno con particular cariño. Después, la marca ha sacado infinidad de modelos, con mejores diseños, ergonométricos, de colores antes impensados. Incluso recuerdo uno que traía 4 colores en un lápiz, con un sofisticado sistema de resortes para cambiar de uno a otro. Pero ninguno ha podido superar –siquiera igualar –al original, al fiel, ése que se reventaba en los bolsillos en los días de calor, dejando el pantalón gris escolar o la camisa inservibles.

Vaya aquí mi homenaje para aquel prócer de la democratización de la escritura, que sin duda permitió que muchos plasmaran sus aportes –y no aportes –en el papel. Y vaya también, por supuesto, una lista con algunos usos alternativos. Qué cortalumas o herramienta multiuso, todo lo que uno necesita es esta pequeña maravilla.

Rebobinar un cassette. Un uso más bien nostálgico, claro está. Pero, ¿quién de nosotros no ahorró pilas del walkman girando –a la velocidad que la propia motricidad lo permitiera –el cassette en el aire? Servía, además, para ahorrar tiempo: mientras uno escuchaba el cassette de, digamos, Cindy Lauper, con el Bic retrocedía el de Roxette. Tiempos aquellos. Incluso conocí a alguien que lo hacía como entretención, llegando al final de la cinta sólo para cambiar el lápiz de hoyito y empezar hacia el otro lado. Está bien, no conocí a nadie. Era yo. Y me entretenía.

Tirar papelitos. Se usaba, obviamente, sólo el tubo exterior. Este siempre fue mi uso predilecto. Vaya a saber uno cómo, llegué a desarrollar velocidades de disparo realmente alucinantes, amén de una no despreciable puntería. Recuerdo esas guerras en medio de las clases más aburridas del colegio, donde un papelito bien puesto en la parte posterior del lóbulo de la oreja podía lograr un grito que ponía algo de emoción a esas aburridas sesiones escolares. Una variante –que nunca me agradó –era con cascaritas de naranja. Nunca alcanzaban la fuerza de impacto del papelito, y era más difícil calibrar el disparo. Sin duda una vertiente para amateurs.

Sacar puntos negros. Un uso francamente repugnante. Nunca he entendido esa manía del género femenino –sé que generalizo, perdónenme las pocas excepciones –por sacar puntos negros, espinillas, granos y demás imperfecciones cutáneas. El hecho es que vi con mis propios ojos cómo, despojado de sus entrañas, el tubo del lápiz era apretado contra la epidermis, quedando la imperfección a eliminar en el agujero donde iría la tinta. La presión homogénea del tubo hacía que el divieso en cuestión saliera expelido. Simplemente asqueroso. Aunque efectivo. Nunca lo experimenté personalmente, y espero mantenerlo así.

Traqueotomía. Un uso mítico. Quién no ha escuchado eso de que, si alguien se atora con algo y no hay más a qué echar mano, basta con clavar el Bic en la tráquea –bajo el nivel del cuerpo extraño, claro –para salvar la vida del atorado y evitar un cadáver. Nunca he visto algo así, ni conocido a nadie que personalmente lo haya visto. Claro, siempre existe el vecino del amigo de la tía de. Algunos dicen que la traqueotomía del célebre don Miguel sería de esta clase. No me consta.

Alcanzar lugares de difícil acceso. El uso universal, que comparte con muchos otros implementos como palillos para tejer u otro tipo de lápices. Puede tratarse de un sector difícil de alcanzar en la espalda, o de un brazo enyesado, caso en el cual se usa para rascarse. Pero lo más común es que se trate de una oreja, o en casos más arriesgados, la nariz. La parte posterior de la tapa –ésa que sirve para agarrar el lápiz a un bolsillo, por ejemplo –sirve particularmente para escarbar, e incluso limpiar, una oreja desaseada. Me reservo la información sobre si la he utilizado.

Sacarse restos de comida de entre los dientes. La citada parte posterior de la tapa sirve perfectamente para estos fines, aunque hay que tener ojo de no mezclar sus usos. Ser ordenado y usar, por ejemplo, el azul para la oreja y el rojo para los dientes, puede ser de ayuda. Si se le olvida cuál es cuál, puede actuar bajo su propio riesgo. O buscar otro implemento, si prefiere irse a la segura.

Llave de tuercas. Aunque parezca increíble, es un relativamente extendido uso, que incluso se recomienda en foros de Internet, entre computines que desarman sus Playstation 3, creo. El asunto es que el aparato en cuestión tiene unos pernos (de los con hilo, no los dueños del aparato) de difícil acceso, y la forma de sacarlos es la siguiente: se calienta con un encendedor la punta del tubo, y cuando está blanda se presiona contra el perno en cuestión. El lápiz, al enfriarse, queda con la forma del perno y permite usarlo como una llave para sacar las tuercas. Seguro este uso lo inventó un chileno, nadie más puede haber pensado en algo así.

Frases para creerse la muerte

19.3.07 18 Comments

Estirar la pata, dar el estirón, difuntearse, morirse, fallecer, enfriarse. Tantos nombre para un solo acto. Acto en el que viene por nosotros la Pelada, la Pálida, la Llorona, la Calaca, la Parca. Tantos otros nombres. La cosa es que, tarde o temprano, todos procederemos a fallecer. Es nuestro destino, querámoslo o no.

Pero como no es mi intención filosofar al respecto –suficiente filosofía ha habido ya en este lugar –hoy va una lista de frases que no pueden faltar en cualquier funeral que se precie. Así es que cuando algún conocido o familiar pase a mejor vida, ármese de valor y eche mano a alguna de estas joyitas. Si quien se pone el pijama de palo es un desconocido –o mejor aún, algún conocido despreciado –con mayor razón. No hay como despacharse una frase notable en un momento así.

Quedan afuera todas las ya tratadas en episodios anteriores: eso de que todo pasará, que el tiempo cura, que todo es para mejor. Aquí, frases de uso exclusivo en velatorios y funerales. Para que cuando las pronuncie se crea la muerte.

Lo único que todos tenemos seguro es que vamos a morir. Frase que revela un conocimiento profundo del ciclo vital, al hacerse cargo de la finitud de la existencia. Es una gran expresión, y su uso no debe ser descartado aunque sea el colmo de la obviedad. Debe ser, eso sí, pronunciada mirando el féretro con ojos vidriosos y con una actitud de desconsuelo sin límite, mientras se mueve la cabeza de un lado a otro en actitud de hondo pesar, aunque no se conozca al finado ni de cerca. Decirlo despectivamente o sin cara de compungido puede ser incluso una ofensa, como un “qué tanto le ponen, si al final todos vamos pal´ cajón”.

Quedó igualito. Su uso se restringe a quienes se asoman por el vidrio a mirar al difunto. Es LA expresión a utilizar en caso de llevarse a cabo tamaña osadía. Claro, sería de mal gusto decir algo como “ufff, se ve pésimo” o “parece otra persona”. La estricta etiqueta velatoria exige afirmar que “quedó igualito”, aunque el cuerpo inerte sea tan parecido al que usted conoció como un poodle a un rottweiler. No se debe usar en dos casos: uno, si no se asomó a ver al interfecto. Dos, si no conocía al extinto, porque alguien podría preguntarle algo como “¿igualito a qué, si nunca lo viste?”. Y eso sería bochornoso.

Si era tan joven. Una de mis favoritas. Puede ser escuchada en cualquier funeral, independiente de la edad del occiso. Así, bien podría usted escuchar –o pronunciar, si así quisiera –esta frase mientras se llevan a cabo los ritos mortuorios de un “joven” de ochenta y tantos años. Es que la medicina ha elevado las expectativas de vida, dicen algunos. Para mí, con tanto recauchaje, botox, lifting y demás tecnologías, ya cualquiera pasa por joven. Además, nadie se atreve a decir “si ya era hora” o algo parecido. Es como mal visto, no sé por qué.

Me acuerdo como si fuera ayer. Gran frase, también puede usarse la variación si ayer mismo… Sirve para contar alguna anécdota compartida con el malogrado, revelando de paso la proximidad con éste. No vaya a creer alguien que uno es un aparecido en la ceremonia, no señor. Que se enteren todos, yo era íntimo del cadáver. Y hace mucho tiempo.
Utilizada frecuentemente por personas de edad avanzada, que ya no tienen claro el concepto de ayer, hoy, ni mucho menos mañana. Si no pertenece a dicho grupo etareo, evítela.

Quién iba a decir… Seguido de cualquier cosa imposible de saber de antemano, como quién iba a decir que iba a morir atropellado por un camión de valores, o quién iba a decir que iban a llegar tantas flores, o que moriría un día domingo, su día favorito de la semana. Nadie pues, nadie iba a decir nada. Qué pregunta es esa. Si las cosas no se dicen, pasan no más. Y ya.

Y tenía tan buena salud. Como que eso fuera garantía de algo. Yo creo que, mientras mejor salud, más corta vida. Al final, para tener buena salud no se puede comer nada, tomar nada, ni fumar, ni nada de nada de lo bueno de la vida. Así, no hay quien quiera vivir. Y ya se sabe que las ganas de vivir son la primera y más importante condición para vivir. ¿Entonces? Por elemental lógica, si tenía buena salud iba derechito al cajón.

A luca y a mil la filosofía

16.3.07 8 Comments

La filosofía, como se sabe, es una disciplina en constante evolución. Y en esa evolución han ido apareciendo nuevas frases de esta eximia rama de la filosofía que es la de cuneta.

Es por eso que hoy sumo nuevas y sabias frases al recuento hecho anteriormente. Siguen quedando muchas afuera, lo sé. Ya aparecerán, producto de sus generosos no aportes, o de alguna musa filosófica que se haga presente.

No es mala idea estudiar las frases aquí expuestas –y las anteriores y las que vendrán –para poder reconocer al filósofo de cuneta que seguro tenemos cerca, aunque no hayamos reparado en él. Si escucha una de estas frases, desconfíe, y aléjese tan rápido como pueda. El filósofo de cuneta siempre encontrará un incauto a quien largarle su frase, para demostrar que su sabiduría se sumerge en las profundidades del conocimiento. Y –se lo aseguro –no querrá estar allí para presenciar eso.

Aunque la mayoría ejercen su oficio a tiempo completo, algunos de los más connotados filósofos de cuneta aparecen esporádicamente, en destellos de sabiduría. Y –hay que decirlo –muchas veces estos destellos coinciden con la influencia de sustancias consideradas poco apropiadas para las ciencias y el conocimiento. Pero, vaya paradoja, son muchas veces dichas sustancias las que empujan al filósofo por el despeñadero de la sabiduría. Aunque luego de encontrar la frase buscada, siga cuesta abajo hasta estrellarse.

El que no se arriesga no gana. Conocida –y recurrida –arenga para darle ánimo al amigo en el momento de indecisión. Tan socorrida como su variación el que no se moja no cruza el río, puede ser utilizada en infinidad de ocasiones a lo largo de la vida.
En la preadolescencia y adolescencia, usualmente es el consejo al amigo o amiga atraído por otro púber y que no se atreve a expresar sus sentimientos por miedo a ser rechazado/a. En esa circunstancia de estrés máximo se acerca el filósofo del curso y, al tiempo que pone la mano sobre el hombro del acongojado, lanza la frase.
Luego servirá para aconsejar al compañero de trabajo que quiere pedir un aumento de sueldo, al que está pensando cambiarse de pega, de casa o de señora. No importa el momento de la vida en que se use, siempre servirá para enrostrarle al turbado personaje su falta de decisión, por lo general sin lograr que asuma el riesgo.

El sentido común es el menos común de los sentidos. Expresión repugnante que aparece, habitualmente, en conversaciones de grupo. Es en estas instancias donde por lo general se discute algún caso, situación o circunstancia donde alguien ha actuado de manera irracional, impulsiva, o lisa y llanamente errada. Luego de expuesto el caso, e iniciada la discusión del mismo, un cándido participante del debate dirá que actuar como correspondía “era cosa de sentido común”, sin notar la casi imperceptible sonrisa que se dibuja en la cara del filósofo a su lado que, sin avisar, se despacha con un “sí, pero el sentido común es el menos común de los sentidos”. Y su victoria se consuma cuando no pocos idiotas asienten con la cabeza y lo miran con admiración. Una situación francamente repulsiva.

Ver el vaso medio lleno o medio vacío. Es una de las predilectas de cualquier filósofo cunetero. Cuando todo sale mal y lo único que uno quiere es mandar todo a buena parte, no faltará el iluminado que lo inste a ver la mitad llena del vaso, pues sólo estamos viendo la mitad vacía. Y uno lo piensa, y ahora lo único que quiere es romperle ese vaso –y una docena de vasos, e idealmente un jarro –en la cabeza al sabio. Porque para él, claro, todo está en la actitud, en la manera de ver la vida, en la disposición. Qué importa si te asaltaron, estás con problemas de salud, te engañaron, te quedaste sin pega, chocaste el auto y se te quemó la casa. Todo el mismo día. Tienes que ver la mitad llena. Y dan ganas de preguntarse de qué estará llena esa mitad, porque si es arsénico, está como para tomárselo.

El tiempo todo lo cura. La frase compasiva para el momento de dolor. Asimilable a las vueltas de la vida, todo pasa por algo y demás cosas por el estilo, es pronunciada siempre en el peor momento de aflicción.
Habitual en la adolescencia, es la salida ideal para el filósofo en ciernes en caso de haber aconsejado a algún enamorado púber eso de que el que no se arriesga no gana. Usualmente la secuencia es: confidencia del amor – consejo de arriesgarse – riesgo – risas – amante despechado – el tiempo todo lo cura. Y, seamos realistas, el tiempo no lo cura todo. Aunque uno lo quisiera.

Expresiones para deslumbrar

14.3.07 19 Comments


Si lo que busca es deslumbrar a sus interlocutores, quedar como el glamoroso del grupo o simplemente mirar en menos a quienes lo rodean, aquí van algunas frases que no pueden fallar. Con ellas podrá quedar poco menos que como maestro de maestros, mientras su vista se pierde en el horizonte, claro, porque no se puede rebajar a mirar a quienes lo rodean, a estas alturas observándolo con admiración.
Pero ¡cuidado! Una advertencia: si sus interlocutores no son unos completos imbéciles, absténgase de usar estas frases, que entre gente con algo de cerebro provocarán el efecto contrario. Cualquiera con un mínimo CI –y no es el carnet de identidad, si es lo que está pensando –se reirá en su cara si osa pronunciar alguna de las siguientes expresiones. Como toda frase que no aporta, úsese con precaución y en ambientes apropiados. Y, como siempre, complete la lista.


Es el paradigma. Frase que intenta decir mucho, pero que en el fondo no dice nada. Hay formas mucho más simples y menos rimbombantes de decir las cosas. Por ejemplo. Cuando encuentre que alguien simplemente se pasa de huevón, sólo diga que es un huevón. O el más huevón, si quiere enfatizarlo. O, citando el filme chileno, el rey de los huevones. Pero por favor, no diga “el paradigma del huevón”. Salvo que quiera ser el paradigma del siútico.

Ídolo con pies de barro. Sirve para referirse a cualquier famoso o conocido, incluso algún cercano que uno tenía en buen concepto –la verdad es que para estos efectos casi cualquiera califica como ídolo –que cae en desgracia, se manda un cagazo o simplemente deja de caernos bien. Así, por ejemplo, si uno idolatraba a Marcelo Ríos por su talento deportivo, y se despertaba de madrugada para verlo jugar, podría usar este concepto para referirse a él luego de que ejecutara su micción sobre un vecino en el baño del Liguria. O cuando se trenzó con la policía italiana. O cuando atropelló a su “amigo” Manuel Astorga. O cuando lloró en pantalla por el cagazo discotequero. A qué seguir, me parece que queda claro. El Chino Ríos es, sin duda alguna, el paradigma del ídolo con pies de barro.

Un balde de agua fría. Esta es una gran frase. Sobre todo si es seguida de un “para las aspiraciones…”. Recuerdo a más de un periodista deportivo, en plena transmisión de un partido de la selección nacional en alguna eliminatoria mundialista, que calificaba un gol en contra como “un balde de agua fría para las aspiraciones de la selección”. Incluso alguno llegó más lejos y lo calificó como “un balde de agua fría para las aspiraciones de Juvenal”. Usted puede usarla siempre que algo haga fracasar sus aspiraciones. Aunque hay alternativas menos cliché: “hasta aquí no más llegamos”, “nos jodimos” o, simplemente, “se fue todo a la mierda”.

Plantar un árbol, tener un hijo, escribir un libro. Para un amante de los lugares comunes, las tres cosas que hay que hacer en la vida. Y lo peor no es que se lo crean, que para eso serán imbéciles, y es problema suyo. Pero lo andan pregonando. O sea, son imbéciles con afanes de publicidad. No hay paciencia. Claro, no voy a discutir que son tres cosas bonitas, o si se quiere fundamentales, que hacer en la vida. Pero para mí están sobrevaloradas; dónde queda “dormirse una siesta cuchareada”, “comerse un completo en el Dominó”, “bañarse en pelotas” o “sabanear un peo”. Esas sí son cosas que hay que hacer en la vida.

Menos es más. Frase muy socorrida por artistas, arquitectos, diseñadores y otros personajes similares. Recuerdo a un profesor de Arquitectura –muy reputado, por lo demás – que la usaba con fruición. Aunque también ha sido escuchada a personajes de otros ámbitos. Su extendido uso se debe a que da un cierto glamour, como de conocedor del mundo. Vaya a saber uno por qué. Debe ir acompañada de una cara de profundo desprecio por el interlocutor, obviamente ignorante de esta regla de la vida.
Esta expresión es la salvación de los flojos. Todo lo justifica. ¿Le dio lata hacer una presentación más producida de Powerpoint para su jefe? “No jefe, si así queda mejor, centra la atención de los espectadores en lo realmente importante… ya sabe jefe, menos es más”. ¿No tiene plata para decorar su nuevo departamento? Cuando una visita tenga el descaro de comentarle que el lugar se ve “vacío”, mírela con su mejor cara de desprecio e infórmele que se trata de un departamento minimalista y, obviamente, de que menos es más. Ya verá cómo, si su visita es suficientemente ingenua o idiota, producirá en ella una profunda admiración.

En mi casa hay arbustos

13.3.07 2 Comments

Agustín Arenas, Súper Taldo, ya es un personaje de culto. Fue entrevistado el año 1976 –a los 14 años –por un impasible Bernardo de la Maza, que soportó estoico los improperios, gritos y convulsiones de su entrevistado, que padecía el extraño síndrome de La Tourette. Sin embargo, vaya a saber uno por qué, la entrevista nunca salió al aire. Probablemente la situación del país no estaba para ese tipo de noticias. Y Agustín quedó con las ganas de salir en televisión.

Eso hasta hace un par de años, cuando a través de Internet –bendita globalización –la entrevista comenzó a ser difundida. Y también videos musicalizados –uno de ellos con la canción “muévelo”, de El General –y animaciones. Era el tema del momento. Taldo Superstar.

Todos hablaban de este personaje que, ante las preguntas de su entrevistador, respondía con frases como “pico conchetumare”, y con contorsiones y gritos que asustarían a cualquiera. Pero no a de la Maza, apóstol del periodismo que seguía con sus preguntas como si estuviera entrevistando al más circunspecto lord inglés. Tan famoso era, que fue entrevistado por Vivi Kreutzberger. Cáchense ésa.

En la entrevista original, Agustín daba a conocer su novela, o más importante, el personaje principal de la misma: un superhéroe llamado “Súper Taldo”, alter ego del común y corriente Hugo Montaldo, lo que sería Clark Kent a Superman. Y ojo, que el súper héroe era, en palabras del narrador, un “extirpador de delincuentes y malhechores”. Qué tal.

Además de guionista, Agustín era poeta. Y de los buenos. Un par de frases que lo harían digno postulante al Nobel de Literatura: “en mi casa hay arbustos y yo quiero a la Iris Bustos”. O “en el cielo hay estrellas y yo digo que tú eres bella”. Ya se quisieran esa inspiración varios seudo poetas que pasan las noches en los bares de moda. Y también algunos que después andan chocando.

Pero como todo en esta vida, Súper Taldo pasó. Su minuto de gloria se acabó, ya no era novedad. Cayó, junto a tantos otros insignes personajes, al fondo del triste cajón de los recuerdos olvidados. Ya nadie se acordaba de él, salvo algunos que, en caso de alguna propuesta que encontraban descabellada, citaban al prócer y respondían con un “pico conchetumare”.

Pero hoy, sorpresa, ese verdadero libro sagrado de las noticias trascendentes que es LUN, reflota a Agustín con una nueva entrevista. Corta –muy corta, en realidad –pero que intenta hacer algo de justicia al contarnos en qué está uno de los personajes más pintorescos de los que se tenga recuerdo últimamente en nuestro país.

Súper Taldo es hoy, luego de operarse, una persona normal. Se casó, tuvo una hija –a la que en el colegio llaman “Supertaldita” –y se separó. Ya no dice garabatos, trabaja en una empresa de empaquetado y carretea con los Mox, grupo de rock local. Se ríe de los videos que circulan por la red con sus gritos, garabatos y contorsiones.

Agustín se pasea por la calle y la gente lo saluda. Y él se declara feliz con esto de tener fans. Además, tiene varias páginas en Internet, entre ellas http://www.supertaldo.com/, donde se puede ver el video o participar en un foro. Es que Súper Taldo mueve masas.

Agustín ya está pensando en publicar nuevas aventuras de su súper héroe. Que ya no dice garabatos, pero aún puede ser extirpador de delincuentes y malhechores. A lo mejor, si tenemos suerte, nos extirpa a los jueces que tramitan sus propios divorcios, a los funcionarios de Chiledeportes, a los políticos que se inventan títulos y postítulos universitarios. Confío en que Súper Taldo los agarrará a todos y les dirá, cual paladín de la justicia que es, que se larguen. Y espero que, si alguno insiste en quedarse, los persuada con un firme y claro pico conchetumare.

¡Demonios!

12.3.07 11 Comments

El diablo está entre nosotros. Y no lo dice el predicador aquél que afirmaba que la guagua apocalíptica sólo decía lo que nadie más se atrevía a decir. No señor. Lo dicen los medios, lo dicen las canciones, lo dicen incluso los monos animados. Por sobre todo, lo dice el saber popular. El diablo no sólo está entre nosotros, sino que está hace mucho tiempo.

Remóntese usted a su infancia. Al menos yo, dado que habrá aquí algunos con más años, y otros con menos. Sábado en la mañana, no existía el cable. Sólo canales nacionales, y pocos: Televisión Nacional, el 13 con el angelito del odioso trote mañanero, el 11 manejado por la Universidad de Chile, antes de ser la inversión de algún político-empresario, UCV con la invariable estética que mantiene hasta hoy. Tres canales universitarios y uno estatal. Poca, muy poca oferta.

Bien, volvamos al sábado en la mañana. Bloque infantil. Dibujos animados. Los Pitufos. Esos seres azules que le hacían la vida imposible a Gárgamel y su gato Azrael. ¿Seres inocentes? Nooo, ni mucho menos. Verdaderos demonios, diría alguien después.
Veamos: según la teoría, cada uno de los pitufos principales representaría un pecado capital. Así, Goloso es la gula, Fortachón la soberbia, Perezoso la pereza, Egoísta la avaricia y Vanidoso la vanidad. Pitufina es la lujuria –era que no, única entre decenas de hombres –y Filósofo, que en algunos momentos intenta suplantar a Papá Pitufo y aprender todo lo que sabe él, es la envidia. Gárgamel, en tanto, sería un monje, que lo único que busca al perseguir a los Pitufos es erradicar a estos demonios de la faz de la Tierra. ¿Muy rebuscado? Sí, bastante. Pero hay más: durante algún tiempo, corrió el rumor de que los niños que dormían cerca de un muñeco o imagen de los Pitufos sufrían extraños accidentes y desgracias. Nunca lo constaté personalmente, y eso que recuerdo unos horribles cubrecamas café caca con Pitufos azules estampados. Salvo el espantoso recuerdo de la combinación, nada terrible ocurrió.

Luego fue el turno de Xuxa, la brasilera que primero se empelotaba para los adultos y luego cantaba para sus hijos. Lo que se llama una artista universal. Todo sucedió cuando a un ingenioso, nadie sabe cómo, se le ocurrió dar vuelta la cinta de un cassette. Esos que los niños ya no conocen. Mi hermana chica, de hecho, casi no los conoció. Cuando escuchó la palabra, sólo atinó a preguntar si eran “esos compact con hoyitos”. En fin. Al dar vuelta la cinta, supuestamente se escuchaba “el diablo es magnífico”. Confieso haber dado vuelta la cinta, y escuchado una y mil veces los extraños sonidos que emitía la radio JVC de mi casa. Pero de frases satánicas, nada. Pero Xuxa sí que era magnífica. Y lo sigue siendo, hasta donde sé.

Luego fue el turno del grupo español “Las Ketchup”. Su canción Aserejé –ese trabalenguas imposible –también fue considerada diabólica. En este caso, eso sí, no había que dar vuelta nada. Claro, si ni al derecho se entendía. Pero de que era diabólica, era. Y del nombre del grupo, ni hablar. Pero ellas, hasta donde recuerdo, no eran malas. O no estaban mal. Creo.

Últimamente, acusaron a los preadolescentes de Miranda! de satánicos. Malos, sí. Cansadores, claro. ¿Pero satánicos? OK, no me gustaría tener a Lolo y su guitarra en el departamento de al lado, o que pololeara con mi hija. Son raros, tienen un aspecto que me hace desconfiar de su género, sexualidad o lo que sea. Pero de ahí a ser satánicos hay un paso.

Me salté a todos los grupos de rock pesado que los más viejos –o mayores, no se ofendan –dan por descontados como satánicos. La lista sería muy larga. Me pesa, eso sí, no recordar el porqué Topo Gigio, el insigne roedor que nos invitaba “a la camita, a la camita”, fue acusado de satánico. Depravado, pase, al fin y al cabo nos invitaba todos los días al lecho. Pero ¿satánico? ¿Alguien recuerda por qué?

Seguro quedaron muchos fuera de la lista. Y aparecerán otros en el futuro. Pero es inquietante constatar que el diablo está entre nosotros, rondándonos desde la radio, la televisión o donde sea que miremos. Así es que tengan cuidado con las acechanzas del demonio. Sea lo que sea, no es nada bueno.

Por mi parte, algo de diabólico debo tener. Para empezar, en mi IPod está Ilarié, la canción de Xuxa que al revés adoraba a Belcebú, y Aserejé, que era endemoniadamente complicada. ¿Por qué las tengo? No lo podría explicar, fue un impulso que me dio una noche, a eso de las 12:00. Una especie de posesión musical, qué sé yo. A Topo Gigio no lo tengo, pero espero luego incorporarlo. Siempre y cuando averigüe las acusaciones en su contra. Mientras, practico a dar vuelta la cabeza como la niña de “El Exorcista”. No lo he logrado, pero tengo una tortícolis del demonio. Por el momento, tendré que conformarme.

Alergia a los gatos

9.3.07 13 Comments

El lunes en la tarde creí que enloquecía. Iba en mi auto tranquilamente, cuando en la radio escuché a mi peor pesadilla. Era Amaro Gómez Pablos. Lo detesto, simplemente. Se supone que es chileno.-al menos en parte –pero sesea más que el mismísimo Juanca, rey de la Madre Patria. Pero eso no es todo: no se limitaba a hablar con su desagradable tono, sino que ¡¡cantaba!! Seseando, por supuesto, pero además desafinando.

Cualquiera creería que no hay nada peor. Pero sí. Amaro cantaba “El gato con botas”, matando la recordada canción infantil sin una pizca de piedad. Simplemente borró de un plumazo mis recuerdos de infancia, y ya nunca más podré escuchar esa canción sin correr al baño más cercano. Las náuseas son algo horrible, en serio.

No se asusten. No es que Amaro haya iniciado una carrera como cantante –Dios no lo permita –sino de un nuevo programa infantil en TVN, que resucitará viejas canciones infantiles. Clásicos como la ya citada “Gato con botas” y su correspondiente gatita Carlota, “Alicia va en el coche”, “Caballito blanco” y, cómo no, el hit de hits “Los pollitos dicen”. La iniciativa me parece loable. Rescatar del olvido esos clásicos infantiles me parece una maravilla, pero ¿Amaro? La próxima vez llaman a Memo Bunke –alguien se acordará de su triunfo en el Festival con las versiones de “Los pollitos”, ¿no? –y terminan de matar las canciones. Por mi parte, protegeré los oídos de mi aún no nacida hija –cuando nazca, obviamente –de la voz de Amaro. Sobre todo cuando cante.

Para otro día quedará un análisis de contenidos de lo que Amaro dice, porque es simplemente impresionante. Por ahora, el link a Radio Cooperativa –para ellos los créditos por el golpe noticioso –para que lea la noticia completa y, si tiene impulsos masoquistas, la escuche. Con parte de la canción incluida, desde luego. También la puede usar para torturar a algún vecino que ya lo tenga cansado con sus ruidos molestos. Ya lo dijo alguien hace no tanto, “hoy por ti, mañana por mí”.

http://www.cooperativa.cl/p4_noticias/site/artic/20070305/pags/20070305111639.html

Filosofía de cuneta

8.3.07 13 Comments

Todos conocemos a algún filósofo de cuneta. Ese personaje que para cada situación en la vida –siempre que sea la vida de otro, claro –tiene un consejo inspirado. El que siempre está presto a poner una mano en el hombro, a pasar el pañuelo que acompañará a la frase que lo hará, por fin, inmortal.

Rápido para dar consejos, el filósofo de cuneta es adicto a los libros de autoayuda y a esos libritos chicos que venden en las cajas de algunas librerías, del tipo “100 lecciones de la sabiduría oriental” o “50 frases para alegrar el día”, y que en realidad deberían llamarse “100 consejos que nadie quiere oír”, o “Mil y una formas de que el mundo te odie” o algo por el estilo. Casi toda su filosofía sale –literalmente –de esos verdaderos libros sagrados. Para ellos Locke no pasa de ser un personaje de Lost; Descartes es un método para contestar pruebas de selección múltiple y Sartre el señor que hace trajes a medida. Respecto de Heidegger y Schopenhauer, son cervezas importadas, que por cierto esperan probar luego.

El filósofo de cuneta es, además de rápido, en extremo inoportuno. Siempre será capaz de encontrar el peor momento para lanzar su frase, creyendo que todos lo mirarán como a un gurú. Y como tiene grandes aspiraciones en la vida, lanza la frase y, con rostro pensativo, ojalá en pose de Pensador de Rodin, espera el reconocimiento a su sabiduría. ¿Lo peor? Casi siempre ese reconocimiento llega, por lo general de la boca de un desesperado que busca algo en qué creer, o de un imbécil o –en la mayoría de los casos –de alguien que reúne las dos características.

Aquí van algunas frases de ésas que nunca queremos escuchar, que nada aportan y que siempre vienen de uno de estos filósofos cuneteros. Un listado corto, preciso y conciso de frases recurrentes de estos Coelhos en potencia. Como siempre, es una lista por completar. Por favor haga su no aporte.

Las cosas no se valoran hasta que se pierden. Horrible. Pronunciada siempre, obviamente, justo en el minuto de la pérdida. Como diciéndote, en versión filosófica, “ahhh, ya cagaste no más”. Perdiste, y no hay vuelta atrás. Al igual que la gran mayoría de las frases de estos filósofos de cuneta, suele ser una frase odiosa, que hace que quien la pronuncia se gane el merecido odio de quien la recibe. Tan lugar común es, que hasta Juanes la incluyó en una canción. Esa de “nunca sabes lo que tienes, hasta que lo pierdes, lamentablemente nunca vuelve…”. Un cantante-poeta-filósofo.

Todas las cosas pasan por algo, De todo lo malo sale algo bueno, Ya va a pasar. Una trilogía nauseabunda. Mientras peor sea la situación, más probabilidades de escucharlas. No falla. ¿Ejemplo? Una estudiante da su examen de grado, que reprueba estrepitosamente. Una masacre, una humillación. La compañera que lo pasó hace media hora –con una sobresaliente nota, claro –la acompaña a lavarse la cara al baño, mientras le dice, comprensivamente, que no se preocupe, que “todas las cosas pasan por algo”. Puedo ver los ojos inyectados en sangre de la reprobada, mientras los profesores examinadores dejan de ser lo que más odia en el mundo.

Mañana será otro día. Esta frase revela una profunda sabiduría. Como para quedar boquiabierto y contestar “No me diga… ¿Y ayer? ¿Y pasado mañana?”. Quien la pronuncia siempre lo hace en el momento peak del día, cuando ya nada más puede salir mal y uno quiere matar todo lo que se cruce por delante. Sólo entonces aparece, sonriente, el filósofo de cuneta, para despacharse sin previo aviso la frase en cuestión, creyendo que uno no sabe que después de hoy, necesariamente, viene mañana. Y más aún: uno sabe que mañana será peor. Por culpa del filósofo, por cierto.

Lo que no te mata te hace más fuerte. Es como para contestar con un despreciativo “¿Ah sí ah?”. Una de las frases predilectas de los pseudo filósofos, y como casi todas las frases de la filosofía de acera, siempre pronunciada en un pésimo momento. Veamos: luego de la peor experiencia de tu vida estás postrado, sin reacción alguna, los ojos llorosos mirando a ninguna parte. Se acerca el filósofo –familiar, amigo, conocido, siempre hay uno de turno, como las farmacias –y te ve. Te toma el pulso, ve que respiras. Y luego de constatar que estás vivo, te la suelta como si nada… “lo que no te mata te hace más fuerte”. Y tú hecho mierda en el suelo, un estropajo pensando quiero matar a este imbécil. El problema es que si no logras matarlo, se hace más fuerte. Y eso sí sería grave.

Es un arma de doble filo. Usada siempre que le comunicas una decisión al filósofo del día. Mientras más la hayas meditado, o mientras más beneficios te traiga, más doble filo tendrá. ¿Decidiste cambiarte de pega a una en la que te pagan el doble por la mitad de trabajo? Ojo, que el exceso de plata es un arma de doble filo, lo mismo que los trabajos fáciles bien pagados. ¿Te cambias a un departamento más grande, mejor ubicado y mantenido, y más barato que el actual? Cuidado, demasiado espacio puede ser un arma de doble filo.
La pregunta –esta sí filosófica –es dónde se esconden estos personajes cuando uno toma una mala decisión. Porque seguro, cuando la frase era perfecta para la situación, el filósofo andaba comprando cigarros. Ya se sabe, por eso de que los filósofos fuman y toman café y leen.

Frases faranduleras

7.3.07 9 Comments

Hoy me permito un día más light de lo habitual. Descanso neuronal. No a las frases filosóficas del tipo “te quiero, pero de otra manera”, que nos obligan a pensar en esas otras maneras posibles. No, hoy no quiero metafísica. Sólo frases con las que no haya que pensar. Dichas por gente que no piensa, claro. Es el turno de la farándula. Detesto la palabra, pero no encuentro otra. Son los famosillos y famosillas que, cual polillas encandiladas por los reflectores, vuelan hacia ellos y se consumen en su traicionera luz. Y sale humo. Hediondo. Ahhh, la poesía fluye.

En fin. Ustedes los conocen. ¿Nombres? Carla, Karla, Katy, Kena, Pato, Pamela, Pinigol… Me acabo de dar cuenta de que la K y la P son iniciales recurrentes. Si no le suenan, no se preocupe. Basta con una mirada rápida a LUN, o un zapping por los canales nacionales durante la tarde, y ya está.

Cuando los vea, tenga paciencia. Está bien, no son genios. A veces rozan –o más que eso –la estupidez. Algunos incluso son unos completos y absolutos animales. Pueden llegar a ser completamente aneuronales. Pero nos entretienen. Si los medios son un circo todos los días, ellos son los payasos. A continuación, las frases clave de sus rutinas. Falta sólo la cachetada sonora y las lágrimas como chorros hacia el público.

No voy a hablar de mi vida privada. Es una de las primeras mentiras de los famosillos. Le sigue indefectiblemente, aunque no haya insistencia de por medio, un “bueno ya, pero última vez”. Cada vez.
No entiendo por qué no pueden aceptar que viven de exponer su vida privada. A nadie le importa lo que hacen en pantalla, rara vez alguien los ve en televisión. Lo que realmente vende son los líos de faldas, pantalones, idealmente sábanas. Eso es lo que el pueblo pide a gritos. Y ellos se lo dan. Aunque hagan como que se resisten.

Ahora soy feliz. Frase pronunciada en una entrevista en la que, pese a su tajante negativa a hablar de su vida privada, el farandulero de turno revela hasta sus más íntimos detalles. Puede ser utilizada siempre: luego de un quiebre de pareja o laboral, de una crisis económica, al encontrar pareja, y de nuevo al perderla… No es que siempre sean felices –sobraría el “ahora” –sino que es una frase que cabe en cualquier entrevista. Como que cada cambio en sus vidas trae felicidad. Aunque también están los depresivos, que ante los mismos cambios, declararán ahora estoy triste. Hay de todo en este mundo.

Somos sólo amigos. ¿Cuántas veces escuchó esta frase? ¿Cuántas de ellas era cierta? Lo que en la vida de los desconocidos ciudadanos es absolutamente creíble, entre la farándula es por lo general mentira. Siempre que escuche esta frase de algún famoso, desconfíe. Sobre todo si, como ocurre muchas veces, es hecha sin pregunta previa. Negar lo nunca afirmado es afirmarlo. Insistir mucho, reforzarlo.
Romance, ojalá tórrido, es lo que quiere el respetable. Triángulos –o cuadrados, o pentágonos –amorosos, declaraciones de amor y de odio, intercambio de fluidos. Ellos se lo darán, sin duda. Pero todo a su tiempo. Por ahora, es sólo una bonita amistad.

Uno también es persona. Creo que ésta se explica por sí sola. Además, no la voy a comentar porque me baja la ira. Cómo tanta tontera.

Estoy analizando varias ofertas. Esta es una de mis favoritas. Mientras más sumidos se encuentren en la cesantía, cuando el celular ya tiene telarañas y los minutos del plan se los gastan en el fono horóscopo, ellos –y ellas, claro –declaman a quien quiera oírlos, y sobre todo a quien no, que están analizando infinidad de ofertas. En pocas palabras, un bluff laboral, que a estas alturas ya nadie les cree. Más que risa, da pena.

Me sacaron de contexto. Utilizada con extrema frecuencia, sirve para desmentir lo dicho en una entrevista o conferencia de prensa. Y, claro, para dar otra conferencia o entrevista. Que a su vez será desmentida posteriormente. Y así. De todas las frases, la con mayor uso fuera del espectro propio de la farándula; también la utilizan políticos, deportistas –que a estas alturas poco se diferencian de los famosillos, es cierto –empresarios y cualquiera capaz de acceder a una entrevista. El equivalente medial del clásico “tirar la piedra y esconder la mano”. O el clásico "es que yo decía de otra tonta".

Predicciones neonatas

6.3.07 11 Comments

Clásico de clásicos, del baúl de los recuerdos a su monitor. Esta noticia de 2002 fue un verdadero hit. Luego cayó en el más profundo de los olvidos, como tantos otros hitos de nuestra historia patria. Se vio desplazada y, por qué no decirlo, aplastada inexorablemente por noticias más recientes, más contingentes, más faranduleras. Pero rara vez –si acaso alguna –hubo una noticia más espectacular.

Se trata de la mítica guagua apocalíptica, claro. Ésa que predijo algo “muy feo”.
Todo pasó en Chillán. Más específicamente en la maternidad del Hospital Regional Herminda Martín. Fue allí donde, luego de un complicado parto, vio la luz una horrible criatura. Ante la exclamación de una de las enfermeras respecto del aspecto del recién nacido, éste le habría respondido “Esto no es nada. ¡Tanto o más feo será lo que ocurrirá el 18 de abril, vieja sapa!”. Un amor la criatura, ¿no?

Posteriormente, y pese a la evidente imprecisión en las fechas de la profecía, muchos han elaborado hipótesis sobre qué era eso “tan feo” que iba a suceder. A continuación algunas teorías:

1.- Una mujer llegaría a la presidencia del país.
2.- Se cambiaría todo el sistema de transporte de Santiago, y lo que antes era un desastre, sería aún peor.
3.- Sergio Lagos y Felipe Camiroaga se apoderarían del mundo, controlando el pensamiento de la gente mediante la implantación de chips.
4.- Nelson Acosta seguiría siendo técnico de la selección chilena indefinidamente.
5.- El presupuesto de Chiledeportes se triplicaría, pero los resultados seguirían siendo nulos.
6.- El rating de los programas de farándula se iría a las nubes.
7.- Pato Laguna llegaría a un cargo de influencia en las sombras, que lo haría guiar el destino del país.
8.- Gato-mono renacería, cual ave fénix, de entre las cenizas, para formar un frente amplio junto a su madre Cuchi-cuchi, el gallo que habla, la gata Luz y el perro que habla, entre otros, con el fin de dominar el planeta.

No me acuerdo de qué pasó ese 18 de abril. Nada muy importante, supongo. Pero, fechas más, fechas menos, las interpretaciones surgidas de la famosa profecía se han ido cumpliendo. Así que no se asombren si la próxima medida del gobierno es “solarium para todos”, guiado por la oscura –o bronceada, al menos –influencia de Laguna. Y junten miedo, claro, porque Gato-mono se aproxima a pasos agigantados.

Bueno, ahora simplemente los dejo con la impresionante historia de la guagua apocalíptica, narrada magistralmente por Carlos Vergara, a través de LUN. Después de leerlo, uno hasta se puede imaginar quiénes serían sus padres. Disfruten.



El misterioso caso de la guagua apocalíptica

Martes 9 de abril de 2002
Carlos Vergara

Estupor existe en Chillán tras las supuestas revelaciones hechas por un recién nacido. “Las guaguas no hablan”, rebaten, científicamente, desde el Hospital Regional de esa ciudad.



El relato, acaso adornado con neblinas de utilería al mejor estilo “Mea Culpa”, habría ocurrido en el Hospital Regional Herminda Martín de la ciudad de Chillán, a mediados de febrero de este año. Según la escabrosa leyenda, todo sucedió de noche e incluso hay algunos que aseguran y describen una lluvia como nunca se había visto por la Octava Región.


La embarazada no tenía nombre (para quienes vieron “La Profecía”, las madres de engendros o anticristos siempre son anónimas) y fue el parto más complicado de todos los que se recuerden en el Hospital Herminda Martín, así bautizado en honor a una filántropa chillaneja casada con un señor de apellido Muñoz Muñoz, y que para desgracia suya y beneplácito de la comunidad, no tuvo herederos a los cuales dejarles su tremenda fortuna.


El parto, como decíamos, fue muy complicado y la secreción de sangre y fluidos por parte de la madre superó todo lo esperado. Sin embargo, la pequeña y bendita criatura no fue consuelo alguno: un solo grito de la matrona a cargo alertó a sus compañeras de que el niño no tenía nada de normal. “Efectivamente era una guagua-monstruo”, acusa uno de los anónimos juglares que se preocupó de repartir el cuento por todo Chillán y alrededores.


Angustiada ante tamaño fenómeno, la matrona receptora -cuya identidad nunca fue revelada por estricta orden institucional- sólo atinó a reproducir lo primero que se le vino a la mente: “¡Cresta la guagua pa’ fea!”, se le escuchó entre ininterrumpidos sollozos de desolación.


La madre, dice el vecino de un testigo, no atinó a responder ya que el parto la había dejado completamente groggy. Sin embargo, tal afrenta fue vengada nada menos que por el propio y pequeño aludido. Volteando su cabeza -algunas versiones hablan de un giro de casi 180 grados- la guagua sacó un vozarrón y díjole a la anonadada partera: “Esto no es nada. ¡Tanto o más feo será lo que ocurrirá el 18 de abril, vieja sapa!”.


A continuación es cuando las versiones se desvirtúan y sólo ha sido posible recoger atisbos de luz entre tanta tiniebla. La madre y la guagua apocalíptica habrían fallecido después de las revelaciones, mientras que la matrona perdió la razón y fue hospitalizada en un siquiátrico cordillerano, bajo una identidad falsa. El director hospitalario habría reconocido los hechos con el mero objetivo de despistar a la prensa, tal como años antes lo había hecho su colega de otro hospital de la misma ciudad con un duende. Diferente fue el caso de un gobernador provincial, quien por expresa petición del Ministerio del Interior, negó la evidente existencia de un dragón que se paseaba entre Chillán y Chillán Viejo.


¿Tres ojos?


Mientras echa un vistazo a la neblina que, según cuentan, desde aquel día permanece en los jardines del Hospital Regional, la matrona supervisora del Herminda Martín, Ana María Sanhueza, frunce el ceño ante las consultas respectivas.


“Nosotros nos enteramos por la comunidad”, dice tragando saliva. “Empezaron a llamar desde los distintos servicios de salud, que la gente había escuchado algo en la micro, que el chofer, que el vecino... todos hablaban de ello”, agrega en defensa del personal de obstetricia de su institución.


-¿Niega usted el suceso de la guagua que habla?


-Por supuesto. No tenemos ni hemos tenido nunca guaguas de aspecto raro. Preguntamos, pero nunca obtuvimos mayores antecedentes. Las guaguas no hablan. Estos son sólo cuentos de fogata, casi una conducta sociológica. Si hasta llegué a escuchar que la guagua tenía tres ojos.


“Deben haber sido ruidos guturales, una situación fraudulenta”, apuesta el decano de la Facultad de Educación y Humanidades de la Universidad del Biobío, Marco Aurelio Reyes. “Sin embargo, no deja de ser llamativo un mito urbano como éste en un área de amplia ruralidad como Chillán, ciudad en la cual hasta los bandoleros han sido transformados en mitos. Recuerde usted que ésta es cuna de héroes y tierra de bandidos”.


“La guagua parlante sólo dice lo que todos callan”, dicen haberle escuchado numerosos testigos a un predicador de la zona.


Antecedentes de la mítica guagua que habla pueden encontrarse en cualquier colección criolla de mitos urbanos que se precie de completa. Su primera aparición se remonta específicamente al año 1985, cuando en un hospital de Arica predijo el terremoto que asolaría Santiago el 3 de marzo de ese mismo año. Otros también la recuerdan en un hospital de Limache un año más tarde, donde aventuró el peligro que conllevaba el asistir a ver el paso del cometa Halley en una promoción de una aerolínea, cuyo premio era un viaje al Valle de la Luna.

Qué lástima pero adiós

5.3.07 7 Comments

Dicen que las segundas partes nunca son buenas. Yo lo encuentro una generalización. Es cierto que a veces las secuelas son malas. Incluso un asco. Pero hay otras que son tan buenas o mejores que las primeras. Tomemos el caso del cine: “Garfield 2”, por ejemplo, no tiene nada que envidiarle a la primera parte. No hay mucho que envidiar, es cierto. Pero no es peor. No se podía ser peor, en realidad. Es un mal ejemplo. En fin. Espero que esta segunda parte de las frases para terminar una relación se incluya entre las honrosas segundas partes al nivel de las primeras. Y si no lo está, perdonen. Pero eran demasiadas para incluirlas en un solo texto. Aquí, la (esperada) segunda parte.

Lo mejor es separarnos para no hacerte (nos) daño. La frase tipo “prevención de riesgos”. Es una de mis preferidas, en su versión singular. Bien utilizada logra hacer creer al masacrado/a que se lo está protegiendo. Una joya que se explica por sí sola.

No quiero cerrar ninguna puerta, quizá en el futuro... Si pudiera terminar la frase, sería algo como “quizá en el futuro clausuro la puerta, la electrifico, pongo alarma y la sello con concreto”. Funciona igual que No te preocupes, podemos seguir siendo amigos. Sí claro. Convénzase, ese futuro no existe. La amistad menos. Y la puerta puede existir, pero da a la dimensión desconocida. Si queda abierta, no la use.

... iba a decir lo mismo... yo pienso igual que tú. La frase pusilánime. Sirve especialmente para aquellos casos en que el inminente afectado, poniéndose el parche antes de la herida y previendo lo inevitable, se adelanta a los hechos y tira todo por la borda. También es muy útil para sobrellevar con algo de dignidad el momento. Luego de ser humillado y desechado con la basura, ponga su mejor cara de dignidad y pronuncie esta frase, o la equivalente me sacaste las palabras de la boca.

Esto me duele más a mí que a ti. La autovictimización. El cinismo en su máxima expresión. Su utilización, generalmente cuando el rechazado está destruido y en calidad de estropajo, debe ir acompañada de una expresión de dolor evidente, y si se puede, de lágrimas.

Te quiero, pero de otra manera. Da la casualidad que por lo general es exactamente la manera en que el otro no está dispuesto a que lo quieran. Si, en un arranque de locura –o lucidez –es contestada con un “no me importa, estoy dispuesto a que me quieras de otra manera”, puede continuar con te quiero como mascota, como técnico en aire acondicionado u otra que desoriente a la contraparte.

Un bonus track: ya sumido en la dura realidad de la soltería forzada, o en casos de decisión propia en un arresto último de piedad y respeto por la dignidad ajena, ante la pregunta sobre el término de la relación se recomienda utilizar la fórmula clásica:

Fue de común acuerdo. Algo así como el piloto automático ante la pregunta sobre el término de una relación. Ampliamente utilizada por escolares y adolescente en general, algunos privilegiados la han oído entre personas ya “creciditas” que se quedaron mentalmente estancados algunos años atrás. Según cuentan los iniciados en el tema, mientras mayor sea quien la pronuncia, más patético suena. Aún así, siempre lo podrá sacar de un apuro, y salvará la dignidad propia y/o ajena. Si a estas alturas queda algo, claro.