Las cañas

18.1.10 67 Comments

La caña, conocida también como resaca, estar con la mona o –para quienes gustan de usar anglicismos, hangover– es ese terrible despertar con secuelas luego de una noche desordenada. Aunque la más común –o al menos la más conocida– es la clásica caña producto del exceso de alcohol, no es la única. Porque hay muchas sustancias, situaciones, circunstancias que pueden desencadenar estos síntomas. Y por supuesto, las soluciones para cada uno de estos cuadros es diferente. Eso cuando hay solución, porque hay cañas irremediables.

A continuación, una breve reseña de algunas cañas. Con seguridad no son todas las que existen. Pero para completar la lista están ustedes, estimados, estimadas. De seguro varios de ustedes tendrán experiencia al respecto.

La caña alcohólica: es, ya está dicho, la más común. Luego de una noche de desenfreno etílico, el despertar de la mañana siguiente suele ser cargado al dolor de cabeza, problemas estomacales y boca reseca, pastosa. En muchos casos se suman los ojos rojos y ardiendo, lo que en conjunto con los demás síntomas, puede ser un verdadero infierno. ¿Soluciones? No muchas: ingerir líquido en grandes cantidades, tratar de dormir algunas horas extra, tomar paracetamol o algún otro calmante del dolor. Evitar, por supuesto, los decibeles excesivos.

La caña de cigarro: menos conocida que la caña alcohólica, la caña de cigarro se manifiesta principalmente en la garganta rasposa, la voz un par de tonos más baja que lo habitual y algo de tos. Dependiendo de la cantidad de tabaco/nicotina/alquitrán aspirados, los síntomas serán más o menos intensos. Se suma, por lo general, una aversión intensa al olor a cigarro, que obviamente impregna la ropa, el pelo y todo, todo lo que lo rodea. ¿Solución? Ninguna. Los remedios para el dolor de garganta algo alivian, pero créanme, no demasiado. Solo queda esperar a que pasen los síntomas. Paciencia, y no se le ocurra prender el primer cigarro del día en horario AM.

La caña electoral: es la que afecta a los perdedores al día siguiente de una elección. Esa amargura en la boca, esa sensación de haber podido hacer algo para obtener el triunfo, la idea de que el vencedor no merecía la victoria. Los síntomas son más o menos severos dependiendo del compromiso político del afectado. Generalmente, mientras más comprometido, mayor caña. En el Paradójicamente, son los más afectados quienes primero se recuperan. Asimismo, quienes mayor responsabilidad tienen en la derrota –por lo tanto, los mayores causantes de la caña– suelen no sufrir de la misma. A los afectados, solo les queda tener paciencia y resignarse. Tarde o temprano pasa.

La caña moral: aparece luego de una noche que, por lo general, combina varios desenfrenos. Suele ir acompañada de la caña alcohólica y/o la del cigarro. Aparece cuando en la mentada noche se cometieron actos reñidos con la propia moral, conciencia, costumbre o cualquier otro término similar. Obviamente, mientras más severos y acotados sean los propios límites violados, mayor será la caña. El único remedio posible es flexibilizar las normas. Déjese de joder metafóricamente y hágalo literalmente, es mucho más sano.

Y usted, estimado, estimada, ¿qué experiencia tiene con las cañas? ¿Alguna mala experiencia mañanera que compartir?