En vuelo hacia algún lugar

10.7.07

He decidido, luego de un post que me trajo más de alguna represalia y/o reprimenda, retomar algunos temas que quedaron con algunos puntos pendientes en el pasado.

Se recordarán los (pocos) lectores antiguos de este espacio el post sobre los viajes a la chilena, y el sobre los mismos chilenos volviendo a casa. Para los lectores más recientes, pueden ver el primero de estos post (el de los viajes) aquí, y el segundo (el del dulce retorno a la añorada patria) acá. O simplemente sumérjanse en el archivo del blog, que allí los encontrarán junto a otros tantos temas de diversa índole.

En fin. Luego de esta sutil autopromoción, vuelvo a lo anunciado. Entre las costumbres del chileno en sus viajes y la vuelta a casa, casi desapercibidos pasaron los vuelos. Esas interminables horas en un avión, que pueden ser ocasión de las más insólitas actuaciones del compatriota.

Entonces, aquí vamos, completando al fin la trilogía (algo que siempre, desde que vi Star Wars, quise hacer). A continuación una lista de lo que los chilenos –y de otras nacionalidades también– deben hacer sobre un avión.

Sacarse los zapatos. No bien se suben al avión, los viajeros deben despojarse de su calzado. Zapatillas, zapatos, sandalias sobre calcetines, todo fuera. Es la única forma de soportar de manera digna –por llamarlo de algún modo, claro– la hinchazón de los pies. El olor que se genera al interior del aparato es tema aparte. No pocas veces las mascarillas de emergencia han estado a punto de caer en el instante del descalzado.

Comerse y tomarse todo. Ni el más insignificante maní, ni el concho de la bebida tibia y sin gas, ni el pan añejo se salvan de la voracidad del viajero. Ya sea para calmar las ansias que produce el vuelo, ya para “aprovechar” que todo eso está incluido en el pasaje ya pagado, el chileno no perdona en lo que a comida y bebida se refiere. La azafata no alcanza a servir el vaso con Coca Cola cuando ya están pidiendo repetición. Son capaces de morder el dedo de la aeromoza en su desesperación por seguir comiendo. Y si el desconocido vecino de asiento deja algo en su bandeja, prestamente le será pedido con un “no se va a comer eso, ¿cierto?”.

Usar el baño. El viaje no es viaje hasta que se usa –ojalá con total propiedad– el baño del avión. Esto no es de extrañar cuando se trata de viajes largos, de varias horas, pero se ha visto a viajeros utilizar más de una vez los lavabos en un vuelo de menos de dos horas. Y no era una embarazada.

Piropear a la azafata. Para el caso de los viajeros hombres. No hay posibilidad de no piropear a la azafata, aunque sea al bajarse del vuelo. No importa que la aeromoza no cumpla con los estándares mínimos que la harían acreedora a un verso en tierra. En el aire, y vistiendo un uniforme, todas ellas se merecen las frases. Una variante no despreciable es molestar a los sobrecargos llamándolos azafatos y haciendo bromas acerca de sus preferencias sexuales.

Documentar el viaje. Filmar y sacar fotos son dos actividades indispensables sobre un avión. La idea es dejar constancia de que se voló. Aunque las fotos sean de las nubes que se ven por la ventana. Un clásico en este ámbito se ha perdido con la tecnología: los modernos aeropuertos ya no otorgan esa perspectiva que permitía al viajero retratarse en la losa con el avión detrás, o mejor aún, en la escalera, ascendiendo hacia la aeronave. Momento sublime, arrebatado por las modernas mangas por las que hoy se accede a los aviones.

Leer todo. Desde el catálogo del Duty Free a la tarjeta de instrucciones del avión, pasando por la lista de canales de radio disponibles, el menú o lo que tenga a mano, el pasajero debe leer todo lo que tiene a mano. Una obsesión simplemente incomprensible.

Ver la cabina. Otro clásico que ha caído en desuso, este debido a las cada vez mayores dimensiones de los aeroplanos. Aunque aún se puede ver de vez en cuando a algún pasajero que –discretamente a veces, otras con gran alboroto– se acerca a algún miembro de la tripulación para pedirle permiso para visitar la cabina. La mayoría de las veces no se permite –más todavía luego de los chistositos de las Torres– pero la esperanza es lo último que se pierde.

Complicarse para llenar los formularios. Dos, tres y hasta cuatro copias ha debido pedir un viajero para lograr llenar, no digamos de manera perfecta, pero al menos decente, los formularios de Inmigración, Aduanas, SAG o cualquier otro organismo que pida algún papel. La posibilidad de estar llenando erradamente los papeles les destroza los nervios. Y se equivocan, claro. Y le preguntan al pasajero que va a su lado, como si éste supiera dónde se dirige o por qué motivos viaja quien pregunta. Por lo demás, generalmente el vecino está tan nervioso como el que pregunta.

Aplaudir. Al aterrizar, indefectiblemente se debe aplaudir. No me explayaré al respecto, ya que traté el tema en uno de los post citados precedentemente. Así es que lean, con un flojo basta y sobra en este lugar.

Robarse cosas. Muchas veces puede justificar el viaje. La necesidad de llevarse un souvenir –o varios– supera a muchos de estos viajeros. Los cubiertos –en la era pre plástico–, audífonos –aunque con dos terminales son inútiles fuera del avión–, frazadas, revistas, bolsas de mareo. Todo vale. Lo importante es saquear el aparato. Sé de personajes que incluso se llevaron el chaleco salvavidas que estaba bajo el asiento.

Al final lo que de verdad importa es que, gracias a todas estas prácticas, el viaje será inolvidable. Para el viajero, sin duda, pero de seguro también para el resto de los pasajeros, para la tripulación e incluso para la aerolínea. Gracias por volar con nosotros.

16 no aportaron:

Fran dijo...

Sr. Que no Aporta:
dos no aportes respecto a tan intersante tema...
1.- Soy de la teoría que la bebida (sobre todo la Coca Cola) tiene otro gusto en las alturas. Será porque la sirven tibia, o en esos vasitos de plásticos...no sé. Pero en altura, la Coca Cola es mala..Tal vez debería ir a tomar Coca Cola a La Paz...
2.- Cuentan que en algún viaje de la selección de fútbol a algún país del medio oriente, dos jugadores de futbol empezaron a llenar sus correspondientes formularios. El primero, creo que Lucas Tudor, no tuvo problema, mas el segundo no tenía idea qué hacer así que copiaba lo que ponía su compañero (con datos propios, por cierto) En el formulario solicitaban poner la religión del viajero. Y cuando el primero escribió Católica, el segundo, para no ser menos, escribió "Audax Italiano"....

Katy Becker dijo...

Señor que no aporta:
me he sentido plenamente identificada con uno de los puntos anteriores, el de sacarse los zapatos al subirse al avión. Lamentablemente nadie me advirtió de las consecuencias, el año pasado luego de 10 horas de vuelo al momento ponerme las zapatillas, estas no me cabían debido al tamaño de mis pies, era tan terrible la situación que mis calcetines, habitualmente sueltos, estaban encarnados en mis patitas... fue tremendo, casi me muero de la impresión, al caminar sentía que iba arriba de un par de flotadores... nunca más me saco los zapatos.

Anónimo dijo...

¿Y qué pasa con el otro uso clásico para el baño del avión...? En compañía, me refiero, en los vuelos de toda la noche...
Todavía no cumplo esa fantasía (bien incómodo debe ser, pero nadie dijo que las fantasías deben ser cómodas), pero sé de algunos que la han llevado a cabo.

A propósito, esta mañana, gracias a que salí ultra atrasada haciéndole el quite al frío polar, alcancé a ver en el matinal una noticia freak sobre un nuevo deporte en Brasil: "dogging", que no es más que tirar en público.
Te paso el dato, porque podría ser un buen no-aporte para tu blog. Lugares públicos donde la gente tiene (o quiere tener) sexo. Algunos son míticos. Apuesto que conoces un par...
Aunque hace tiempo que no pasaba por aquí, así que puede ser que ya hayas escrito sobre eso... no sé. Fue una inspiración que tuve entre el avión, el dogging y la necesidad de guatero, yo creo.

Saludos,

montt (el que no dibuja ni palitos) dijo...

señor que no aporta:

no olvide la participación del erudito del viaje: aquel que trae a colación (en decibeles que superan la discreción) el dato que señala que el XX por ciento (generalmente sobre el 70) de los aviones se cae durante el ascenso... y lo mismo para el aterrizaje cuando los demás pasajeros recién despiertan y no recuerdan que es el mismo pelmazo que les asustó al inicio del paseo.

el síntoma me-robo-todo-me-como-todo es, como ya lo hemos comentado, propio del chileno cuando se relaciona con las grandes empresas: así lo vemos en el supermercado todos los fines de semana a la hora de almuerzo.

no olvidemos tampoco que el chileno generalmente no conoce los procedimientos aduaneros, olvida (a propósito?) sus papeles por lo que no es de extrañar que las colas más largas de inmigración sean (después de aviones que vienen de irán con escala en el líbano) aquellos que vienen de chilito.

saludos y buen viaje.

montt (el que no dibuja ni palitos) dijo...

aclaración estadística:

el XX% DE los aviones que se caen no es lo mismo que el XX% de los aviones se caen.

lo siento, mi profesión me exige esta rigurosidad sin sentido.

Helcado dijo...

jajaj

una vez mi abuela, que viajaba a Ecuador con mis tías, le pidió "un jote" a la azafata...
la azafata no sabía que era el Jote y me abula le explico: "vino con coca-cola po" jajja

mis tías se murieron de verguenza, jajaja

Anónimo dijo...

señor que no aporta
se le olvida mencionar en su blog, a aquellos seres que se lo sirven todo por su orden, se lo toman idem y despues se ponen a dormir a pata suelta, mejores que en su cama, uno no sabe si va con una delegacion de leones de circo o personas, ademas,se les sueltan los esfinteres y se peorrean que es un gusto....y en viajes largos es lo ideal
atte
madam

Luciana dijo...

Conductas de chilenos en viaje:
a) Cambiarse de asiento: Siempre intentan canjearle el asiento al resto, obviamente para quedar todo el choclón junto. No importa que para chequearse o embarcar hayan tenido que llamarlos por altavoz. No cachan que el que hizo la pega antes, se ocupó del tema. El resto tiene que soportarlos.
b) Llevar equipaje en cabina: Ok, se permite, pero los genios siempre se las ingenian para llevar una maleta imposible que se tranca en la fila. Y copan cuanto espacio de equipaje hay sobre las cabezas. Riesgo triplicado a la vuelta, por eso de las compras y los regalos idiotas del tipo sombrero de mariachi, raton mickey XXXL y delfines de miami inflables.
c) Pararse en cuanto aterrizó el avión: Una maña imparable por abalanzarse a la puerta (bueno, si tengo que acarrear la maletita y el ratón mickey...)
d) Hacer filas para esperar el embarque, aunque falten tres horas y luego, con la misma maña, colarse para pasar antes en el embarque.
e) Curarse arriba del avión.
f) Llamar a las azafatas y azafatos para huevearlos.
g) Comprar en los Duty Free como desalmados; esto incluye además el punto f), en su forma vitrineante, o sea, llamar a cada rato para preguntar por productos del correspondiente catálogo duty free de la línea aérea.
h) Ufanarse de las huevadas que les dejaron pasar en la revisión del equipaje (y después preguntan porqué tienen atados en USA). Son miles los que se ríen de las semillitas de Jamaica que pasaron piolita y no miento, un amigo me contó cómo unos rifles a postón y unas ballestas pasaron sin rastro de vergüenza por el embarque. Háganse ésas.
i) El vecino plasta: El que quiere irse en tu lugar (es que yo necesito irme en pasillo porque tengo molestias urinarias). El que te pregunta todo (habrán enchufes de luz en Argentina?) El que quiere pegarse a tus panoramas (Uy, entonces podríamos juntarnos allá, como usted conoce) El que hace las mismas huevadas que tú en el avión (pones el video, el lo pone; vas al baño, el te sigue). Ojo, uno de estos personajes pegativos que me tocó, era un colombiano con evidentes signos de querer pasar a Italia en forma piola. (si era burrero o no, no lo sé, pero claramente era complejo estimar como miércales tuvo para pagar un pasaje a Chile y luego a italia)
j) El grupo: A veces ni para los viajes de pega el chileno viaja solo. La patotita que unida ...hincha unida. Y si no, es el lote que lo espera al llegar.
k) El fresco del avión: Mujer sola y los lindos se botan a frescos. Indagan bajo mil preguntas si viajas sola y si tienes pareja; quien te espera allá y camotean. Unido al copete y al molesto y a la fantasía masiva del sexo en las alturas, se pueden imaginar completo al personaje. (además, responde al tipo clásico del loser: o pagó en mil cuotas el pasaje o lo mandan por la pega. Sub género: el minero que viene o va de alguna ciudad nortina con riquezas mineras. Uf.)
Sigo?

Pobreosito dijo...

Ah... el día que viajen apretadito en una maleta y lleguen por equivocación a otro destino, ahí sabrán lo que es bueno...
Creo que sólo una vez he tenido el gusto de haber ido sentado en las piernas de una ex-dueñita. Amorosamente me convidó queque y bebida. En ésa época las cosas eran distintas para mí, pero en fin... los aviones son de lo peor. Y las bodegas de los barcos, peor de lo peor.

Anónimo dijo...

Fuera de tema:
Escribes increíblemente bien. Qué envidia.

El que no aporta dijo...

Fran, definitivamente la Coca Cola tiene otro gusto. Yo creo que además de ese “bouquet” a plástico que le da el vaso, la presión atmosférica le debe hacer algo.
El cuento de los futbolistas lo había escuchado, pero no tengo mayores antecedentes al respecto. En todo caso, notable.
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Katy, debió usted pensar en que sus zapatillas no crecerían con la altura como sus pies. En fin. ¿Se bajó descalza? Mire que de esos ejemplares he visto.
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Bbjaga, si entrar a uno de esos baños solo y a utilizarlos para lo que fueron diseñados es incómodo, me imagino lo que debe ser realizar algunas peripecias sexuales. Francamente poco recomendable.
Sobre el dogging, no lo había escuchado. En todo caso, me parece de pésimo gusto, si quiere mi opinión. Investigaré el tema y le cuento.
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Montt, el erudito siempre es odioso, arriba del avión o en las profundidades del mar, pasando por todos los intermedios. Los papeles… nunca he visto nerviosismo igual. No creo que sea a propósito, en todo caso; es que simplemente no estamos programados para funcionar como corresponde.
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Montt, ya me parecía que era mucho avión cayendo. Bien por la aclaración, aunque haya quedado del tipo “no es lo mismo un metro de encaje negro…”.
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Helcado, entiendo a sus tías. No desprecio el jote, pero es como el fanshop. En la casa, en una fuente de soda, bien. Pero, ¿en el avión? En mi próximo viaje me pido un terremoto.
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Madam, nombré a los que se lo comen y toman todo. Sí se me fueron los ronquidos y los efluvios posteriores. Lo bonito es cuando el que realiza estas inconcientes (¿o no?) acciones es el vecino de asiento.
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Marcylor, veo que ha viajado más de una vez. Porque si todo lo que describe lo vio en un viaje, es como para abrir la puerta del avión en pleno vuelo.
Todo lo que nombra muy cierto. Ojo que además de cambiarse de asiento para quedar cerca del grupo, lo hacen buscando asientos contiguos vacíos, para tenderse a lo largo aunque los pies –sin zapatos, claro– queden peligrosamente cerca del vecino.

Sobre curarse arriba del avión: esta costumbre salió hace algunos días en el diario, a propósito del curadito que se vino molestando a la selección chilena en el vuelo desde Venezuela. Bien por él. En todo caso, he de contarle que esta costumbre no es exclusiva: alguna vez viajé con rusos arriba del avión. De un bolso de mano sacaron vodka que se tomaron sin asco, directamente de la botella. Como imaginará, el vuelo fue un desastre.
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Pobreosito, habré de creerle. Salvo que en la bodega del barco vaya un auto, y se inspire usted en Titanic. ¿Los osos ven películas malas?
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Anónimo, gracias. Todos los piropos son bienvenidos, pero póngase un nombre, ¿no ve que después no falta el que ande diciendo que soy yo autopiropeándome?

Anónimo dijo...

Y tendría razón.

Anónimo dijo...

sr que no aporta: una variante del comerse todo es, además, comérselo con tenedor y cuchillo... TODO, con tenedor y cuchillo, desde el "plato de fondo" hasta el pan y el pastelito de postre. raro ¿no?

wanda

Pobreosito dijo...

Ay, vemos de todo... sobre todo disney... lamentablemente. Porque la mayoría de mis benefactores andan por ahí por los 5 años.
Lo de titanic, no hay por donde... no estoy ni ahí con las barbies ni pedófilo soy tampoco para hacerle a las guaguas de jesmar. Cuesta encontrar osas decentes. Por eso ahora ando con Pinguina.

Fíjese que ahora mismo me voy a escabullir en la mochila del dueño de casa que se manda a cambiar a Chillán. Así que ahí entre huilas me enrollaré... como siempre.

-Saludosos-

Isidora Cousiño V. dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
El que no aporta dijo...

Anónimo, ya pues. Póngase serio. ¿No ve que me desprestigia? Y tanto prestigio que se ve por estos lados, no es como para derrocharlo...

Wanda, lo he visto personalmente. Es como prueba de programa televisivo, de ésos tipo gymkana. "Cómase todo sin tocar nada con las manos". Hay que reconocer, eso sí, cierta envidiable habilidad.

Pobreosito, dura su vida. ¿No ha intentado con una cariñosita?

Isidora, vaya acostumbrándose. Así son las cosas en el gremio. ¿Los editores? Los peores, sin duda.