Siniestro regreso

4.12.09

Después de meses sin aparecer por estos lados, el destino me impulsa a retomar. No lo busqué, lo juro, aunque siempre está ahí, parpadeando, la tarea pendiente. He estado dedicado a otras cosas, y Twitter ha saciado mi necesidad de transmitir no aportes (@elquenoaporta, a todo esto). Pero bueno, ya está dicho: el destino se encargó de hacerme volver. Así es que aquí vamos.

Todo comenzó cuando una de las paredes de mi departamento –la pared del living, para ser más preciso- comenzó a evidenciar una filtración. Da la casualidad que al otro lado de dicha pared, se encuentra el lugar donde va la lavadora. Por el muro pasan las cañerías, claro. Y las cañerías, aunque no deberían, filtran.

No quedó más remedio que llamar a un maestro para que arreglara el problema. O, como reza esa espantosa expresión, “tuve que saber llamar a un maestro”. Llegó el hombre a evaluar la situación. Rápida inspección ocular y el diagnóstico lapidario, pero esperable: “hay que dentrar a picar”. Pero no sería en ese momento, claro, sino al día siguiente.

Y llegó el día D. Jueves en la mañana, y el maestro se puso a destruir. Nada que pueda gustar más al gremio. A punta de combo y cincel, desnudó las cañerías hasta ese entonces ocultas en la pared. Y tanto las desnudó, que la logia quedó directamente comunicada con el living. A través de un acotado agujero, es cierto, pero comunicada. En eso se encontraba concentrado el hombre cuando llegó la hora del hambre, y el maestro se fue. No solo sin arreglar la filtración, sino incluso sin encontrarla. No volvió más.

Reapareció el maestro casi una semana después, como si nada. Y encontró, luego de algún rato, la filtración. Y se puso manos a la obra. Pero lo que parecía una simple tarea se convertiría en lo que solo puede convertirse un trabajo de gasfíter: un verdadero desastre.

Ya descubierta la cañería y ubicada la filtración, la cosa era simple: soldar y ya. Y claro, el maestro sacó su soplete, lo prendió, reguló el oxígeno de la llama –no fuera la soldadura a quedar mal hecha- y comenzó el arreglo. Póngale llama maestro. ¿El detalle? Al otro lado de la pared se encontraba el sofá del living: un modelo bastante estándar, comprado en multitienda, de eso que hoy se da en llamar ecocuero, como tratando de dar un sustento ecológico a la simple imposibilidad de solventar un sofá de cuero real. En fin, el sofá de tres cuerpos que llena buena parte del living.

Quiso Murphy, y el maestro, que allí estuviera el sillón. Y quiso también que la llama del soplete pasara directo a través del hoyo en la pared. Dicen –no me consta- que el cuero verdadero no se quema aunque se le acerque una llama. El ecocuero sí. Y no sólo se quema, sino se prende. Con llamas, material derritiéndose y todo eso. Con escándalo. Palabra de maestro.

Cuando el personaje logró darse cuenta del siniestro en ciernes, corrió a apagarlo. Lo único que encontró a mano –o lo primero que agarró, al menos- fue un cojín guatemalteco bordado a mano, traído directamente de la luna de miel. Logró apagar el fuego. A costa del cojín, por cierto. Se alcanzó apenas a salvar el mejor cuadro existente en este hogar, colgado justo en esa pared. Y como si fuera poco, el maestro se quemó una mano, por lo que partió –nuevamente sin arreglar el desperfecto- a algún centro asistencial.

Y aquí estamos, con el living aún conectado a la logia, un sillón seriamente dañado, un cojín inservible y sin poder usar la lavadora. Del maestro, ni rastro. Ahora pienso que la pintura inflada en la pared –ni tan visible detrás del sillón- no era tan terrible. Al menos no comparada con la situación actual.

¿Lo peor de todo esto? No me extraña que haya pasado. Los maestros en general, y los gasfíteres en particular, son desastrosos en este país. No hay caso con ellos, por más que prometan eficiencia, experiencia, seriedad… son un espanto. ¿Lo bueno? Ahora puedo decir, con propiedad, que sufrí un siniestro. Pude incluso quedar damnificado, algo que puedo incluir al momento de contar la historia. No es lo mismo que parapetarse, pero peor es nada.

16 no aportaron:

rooven dijo...

¡Oh no!, ¿Será otro emisario del infame murphy?, podria ser, excepto por la pare de la mano quemada... aunque podria definirlo como un emisario-kamikaze-murphyiano.
Saludos, que bueno es tener una no aportación después de tanto tiempo.

Anónimo dijo...

Ufff...

Venía de pasada, así "como que no quiere la cosa" pensando en que su blog estaría casi desapareciendo -por el tiempo de no escribir, claro- y me encuentro, con su "tragedia" (no se realmente que palabra realmente resulta más adecuada...pero el mal rato, preocupación y todo...uf) de fin de año,que bueno, quizás esto es un mensaje subliminal para que deseche el sillón y comience a sentarse en alfombra y cojincillos (nuevos, ya se)y "pase a descubrir" un estilo más oriental para descansar...O que, hay que cuidarse de los malos maestros...Alguno bueno debe haber, no?

Salu2

Luna dijo...

Es difícil dar con un buen maestro. Me pasó algo parecido. Había una filtración vete a saber donde en mi antigua casa y lo sabíamos porque la cuenta del agua era grosera.

Llamamos al maestro. Pico por todos lados, no encontró la fuga y desapareció... al tiempo viene otro maestro y este nos dijo "mire, le sale más barato hacer un trabajo de cañería paralelo, en este punto va a quedar con toda la casa picada" dicho y hecho.

La casa quedó picada sí, la ducha fue la que más sufrió y para más remate, las cañerías nuevas quedaron a la vista, simuladas, pero a la vista igual.

SSergioA dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
SSergioA dijo...

Buenos o malos, los "maestros" siempre desaparecen después de empezar el trabajo. Desaparecen para iniciar otros trabajos en otros lados.
Mientras más destrozo hacen antes de ausentarse, más amarrado dejan al cliente.

Agnes dijo...

Había seguido parte de la historia de terror via twitter. Pero con el cuento se arman las imágenes.
A mi una vez un maestro cambiando las llaves me dejó conectada la ducha con el pasillo y no se había dado cuenta y de pasada tapó la tina.
Después tuve suerte de encontrar a mi gasfiter y es el único en quien confío . Si necesitas el dato, avísame.

carmen dijo...

Ay señor que no aporta.Ayudandolo a sentir,
Y lo peor es que continuará.Ya sabe usted,en mi triste caso, después de encontrar la filtración,picando para esto el parquet y casi toda la baldosa de la cocina,y perforando varias veces la cañería a su paso,lo que los hacía excitarse mucho porque ya habían encontrado la filtracion,me dejaron la cañería mal soldada tres(3)veces.
Y eran tres(3)gásfiteres.
Episodios apocalípticos.
Oiga,que bueno encontrar una entrada nueva.Lo echaba de menos.Twitter no es lo mismo.
Y la foto del sillón está terriblemente dramática y misteriosa.

Marce dijo...

...te acompaño en el dolor!!!
gracias por tomar con humor la desgracia... yo hago lo mismo!

Di. dijo...

No te creas, no sólo en tu país son un desastre. Acá en México también lo son. Cuando instalaron mi cocina, los encargados se la pasaban secreteándose y riéndose por horas sin hacer algo productivo. Obviamente tardaron varios días más de lo esperado.

Fran dijo...

Yo creo que lo que corresponde es que saque su colchón al pasillo del edificio, y se ponga a dormir siesta. A los pocos minutos aparecerá la cámara de algún matinal, con un periodista pelutudo preguntándole como se siente, y usté podrá decirle con propiedad: "es que las autoridades no han hecho nada por nosotros, nadien nos ha venido a ayudar". Solo entonces será usté un damnificado de tomo y lomo.

Katy Becker dijo...

jajaja, qué espanto de historia Sr que no aporta... me imagino que si el gásfiter hubiese tatareado una canción de Arjona mientras trabajaba, habría terminado con la cabeza soldada.
En la casa de mis suegros el gran gásfiter conectó el w.c. con la cañería de agua caliente... una maravilla, uno tiraba la cadena y se prendía el calefont (que palabra más insufrible... no encuentra?)
Años que no venía, está igual de divertido que siempre

MIYO dijo...

Siento lo del sillòn que se veía lindo (me lo imagino sin la quemadota), todo el drama, vaya que lo sentí. Pero mira, de verdad que es todo un rollo eso de los maestros; en la familia teniamos uno propio, bastante impuntual, holgazan, desaliñado, pero dejaba las cosas bien hechas, claro con el suelo goteado de soldadura, grasas y demàs cosas... Hace ya un rato que se fue al otro plano, y como no confiamos en los maestros cualquiera, solemos invocarlo: Benito ayudamee! (si, porque no nos queda màs que hacer nosotros la reparación.

Saludos de México, grandioso blog!

kegol dijo...

No po qeon, qué poco serio...cuado te hayai parapetado converamos..antes no, siniestrado no califica

Unknown dijo...

segurito fue contratado a un costado de cierta catedral de cierta ciudad capital de cierto país llamado México jaja
Por eso no hay que perderse la sección matutina de "Hagalo usté mismo"!!!

Margaret dijo...

Uf! ¡Qué espanto! Lo triste es que ni a ti, ni a mi, ni a nadie le sorprende mucho. Los gásfiters me dan terror. Tengo proyectos inconclusos desde hace demasiado tiempo por abandonos gasfiterales y sin tener suficiente apoyo sicológico para partir de nuevo con ese proceso tan invasivo de entrar y salir gente y mugre y el juego de lo que se dice, lo que no hace, lo que "mañana señora" y el desaparecimiento de aún otro irresponsable más...
Espero que ya encontraste solución!

Rodrigo dijo...

Te dejo un lugar común: Siempre puede ser peor.
Cuando te toque tratar con un político....uf!