Volviendo a casa

2.4.07

Todo lo bueno llega a su fin. Se acaban las tortas, los platos de porotos, las empanadas. Se terminan las vacaciones, las siestas, los crucigramas y los sudokus. Nada es para siempre, dice el filósofo de cuneta. Tampoco lo son los viajes.

Llega el tiempo de regresar, de volver a la patria, al terruño. De recuperar el olor patrio –no siempre agradable, ni mucho menos –reencontrarse con los amigos, con la familia. La familia que viaja en masa, con banderas y pancartas, con cintillos y peluches, a recibir al viajante que regresa. Aunque haya salido por el fin de semana.

Y llega el viajero, cargado de nuevas experiencias, de historias por contar, de souvenirs y de todo lo que la ley le permita comprar en el Duty Free. Y a veces más. Sólo los ojos se asoman bajo el cerro de maletas. Pero logra salir del apuro, logra llegar.

Llega a contar, a narrar lo inenarrable, a describir lo indescriptible, a sorprender a sus conocidos con lo que vio y vivió. A continuación algunas características de este aterrizaje, a veces suave y calmo, otras veces forzoso, pero siempre, siempre curioso. Lleno de cosas que se repiten en cada viajero, y cada vez que viaja. Los infaltables de la vuelta del viaje.

El aterrizaje. No hay verdadera vuelta a la patria sin aplausos en el aterrizaje. Si fue bueno, para felicitar al piloto. Si fue malo, como señal de alegría cuando, al fin, el avión se estabiliza. Luego del aplauso, la estampida, aún cuando el avión todavía no se detiene. Codazos al vecino de asiento para lograr abrir los portaequipajes repletos de bolsos comprados en el reciente viaje, porque por supuesto las maletas de la ida no fueron suficientes para traer de regreso todas las compras. Mientras, la voz de la jefa de cabina indicando que hay que permanecer sentados mientras la señal luminosa esté encendida. Sí claro. En Chile.

El acento. Indefectiblemente, el viajero que regresa de un país de habla hispana lo hace con el acento propio del país donde estuvo. No tiene importancia si el viaje fue por un fin de semana a Mendoza, donde hablan prácticamente igual que en Chile. El hecho es que estuvo en Argentina, y eso lo justifica para comenzar cualquier frase con un che o decirle mirá, que ashá me comí un bife de chorizo que ni te imaginás. Repugnante. Pero si el país tiene otro idioma, el asunto es peor.

El olvido del idioma materno. El equivalente corregido y aumentado del acento extranjero, para los casos en que el país de destino tenía otro idioma. El viajero en cuestión, también aunque haya sido viajero de fin de semana, olvidará de seguro más de una palabra del idioma que ha hablado toda su vida. Y si ha ido a un país de habla inglesa, de seguro en la mitad de una conversación se despachará con un “ahhhhhhmmmmm…how do you say…” seguido de cualquier término en inglés, mientras mira al cielo con la vista perdida, como tratando de recordar cómo se decía. Definitivamente el colmo de la siutiquería; no hay nadie que pueda olvidar una palabra de uso común luego de un viaje, por largo que éste sea. Menos cuando el viaje es corto. Simplemente ahhhhhmmmm… How do you say disgusting?

La conversión de las monedas. Sin importar el idioma, ni obviamente el tiempo de viaje, el viajero tendrá serias dificultades a su regreso en ubicarse monetariamente en el país. Cuando vaya al quiosco más cercano a comprar el diario –debe informarse de lo que ha ocurrido en el país en su ausencia, claro –y el quiosquero le pida los 300 pesos que cuesta el diario, con cara de viajero le preguntará a cuánto equivale en dólares. Insoportable.

Allá – acá. Luego del viaje, el chileno cae inevitablemente en una constante comparación. ¿Se está comiendo un sándwich con él, mientras le cuenta cómo estuvo el viaje? El tema es que los sándwiches de acá no tienen nada que ver con los de allá. Es que allá los restaurantes son otra cosa, no como acá. Y los estacionamientos. Ufff, allá son todos ordenados. Y uno acá, bien acá, con ganas de ahorcarlo, o al menos de mandarlo, de una patada, para allá. Insufrible.

Invitar a ver fotos – videos. Esto es el colmo del aburrimiento. Por favor, si viaja, evite a toda costa invitar a sus conocidos a rememorar el viaje. Ellos no fueron, por lo que no tienen nada que rememorar. Convénzase de que a nadie le interesa ver sus fotos, menos sus interminables videos del viaje. Y si se pone a contar, con cada foto, la historia anexa, simplemente está postulando a ganar el odio de sus invitados. Todos le creerán cuando cuente lo maravillosas que son las Islas Galápagos, no cometa el desatino de mostrar horas y horas de grabaciones de tortugas e iguanas, quizá dos de los animales más aburridos que puedan existir. A nadie le interesan las fotos de los edificios públicos del pueblo infecto que se le ocurrió ir a conocer. A nadie. Ni siquiera a usted le interesa ver las fotos, reconózcalo. Porque obviamente tomó sólo paisajes. Aburridos. Por favor prívenos de la dicha de compartir sus recuerdos.

El trago típico. El chileno cuando viaja no pregunta por el baile, el traje, el dialecto, ni siquiera el plato típico. Porque, ¿a quién le puede importar? Lo realmente relevante es el trago típico. ¿Qué se toma en el lugar de destino? Porque a la vuelta, acá, podrá contar lo que tomó allá. Y obviamente vendrá aperado del licor local, para dárselo a conocer a los acaeños que viven en la ignorancia. Si el viajero fue precavido –y generalmente lo es –el trago en cuestión no le habrá costado ni un peso: con su provisión de pisco habrá conseguido las botellas volviendo a la era del trueque. Notable.

N.d.R. (siempre quise usar esta sigla): Durante todas estas situaciones, el ya regresado viajero de seguro utilizará poleras, polerones, gorros y demás artículos con el nombre de su destino estampados. No cometa nunca el error de preguntarle por ellos, ni de alabarlos, ni de decir nada respecto de ellos; puede derivar en horas de cuentos aburridos.

4 no aportaron:

Anónimo dijo...

Genial!! muy bueno, me encantó este blog!! volveré sin duda..
Paula.

Anónimo dijo...

Señor no aportador
Verdaderamente me sorprende su agudeza, no deja nada para comentar y su observacion sobre las situaciones son dignas de una mosca, no para pescar......sini para insectar....
saludos
madam butterfly

Anónimo dijo...

fe de erratas
donde dice sini es sino, y tb dejemoslo en mosco en vez de mosca

El que no aporta dijo...

Paula, qué bueno que le haya gustado. Vuelva cuando quiera.

Madam, siempre quedan cosas por comentar, es cosa de forzar un poco las neuronas. Y la observación es uno de mis deportes favoritos, y trato de practicarlo regularmente.

Madam de nuevo... se lo pasa usted en eso de las ratas creyentes.