SOS bucal

22.3.07

Todos hemos lidiado alguna vez con un resto de comida –usualmente una hilacha de carne o un resto de perejil –incrustada entre nuestros dientes. La primera opción es siempre tratar de sacar los restos con la lengua, pero pocas veces se logra el objetivo. El siguiente paso es la succión. Usando la boca como una bomba de vacío, se intenta extraer al intruso interdental. Es difícil de explicar, pero creo que todos saben de qué se trata. El problema es que, otra vez, los resultados no siempre son los que uno espera.

Una solución es echar al bolsillo, a la cartera o el maletín, algunos mondadientes o hilo dental. Pero definitivamente no es lo usual. Y aunque lo fuera, más de alguna vez nos encontraremos indefensos ante un pedazo de carne encajado con saña entre, digamos, un molar y un premolar. Un incisivo y un canino. O, el peor de los casos por su visibilidad –aunque no por la dificultad en su eliminación –entre las paletas o “chocleros”.

Si, como el común de los mortales, no tiene a mano un adminículo especialmente pensado para ayudarlo en su aflicción, no se preocupe. A continuación, una lista de implementos de emergencia para expulsar a esos extraños de nuestra boca. Algunos son tan fáciles que cualquiera los puede utilizar con éxito. Otros llegan a ser un verdadero arte. Sea cual sea el caso, úselos con precaución. Y por sobre todo, con disimulo.

Carnet de identidad. Es un clásico, aunque con la llegada de la tecnología y el carnet digitalizado, con códigos ininteligibles, moais y todo lo demás, ya no es lo mismo. El fiel y antiguo carnet café plastificado cumplía con esta función perfectamente, en especial porque su borde levemente redondeado protegía las encías a la vez que lograba una gran eficiencia en su trabajo. Y era a prueba de principiantes.
La nueva cédula, sin embargo, está reservada a siderales separaciones de dientes, dado su espesor. Siempre queda, en todo caso, un buen sustituto, llámese carnet de biblioteca, Blockbuster, Registro Electoral, carnet de conducir u otro. Pero sin duda, los días de este artefacto están contados: la tecnología impone los plásticos tipo tarjeta de crédito, inservibles para el propósito que nos convoca.

Tarjeta de visita. Una variación del carnet, con una salvedad. Sólo sirven las de mejor calidad, ésas de papel más bien firme, idealmente couché brillante de buen gramaje. Si es un principiante, no se aventure con este artilugio: su uso requiere de un manejo experto, dado el poco tiempo disponible antes de que la herramienta comience a deshacerse y quede inservible para estos propósitos. Este es un instrumento desechable, dado que guardar la tarjeta deshecha en las puntas producto de la saliva es considerado, por algunos, de mal gusto.

Tapa del lápiz Bic. Implemento de limpieza dental por antonomasia, no profundizaré aquí en sus cualidades. Remítase por favor a “La primera multiherramienta”, punto 6.

Hilacha/hilo. Es una de las primeras posibilidades que se barajan en un momento de desesperación de tipo higiénica-dental. Mientras con la lengua se realizan ingentes esfuerzos por sacar el cuerpo extraño de entre nuestras piezas dentales, con la mano se recorren todas las costuras de nuestra vestimenta en una frenética búsqueda de alguna hilacha perdida que nos permita deshacernos del intruso. Una vez encontrada, generalmente en el reborde de nuestra camisa o polera, comienza el proceso de sacarla sin que se corte antes de lograr el largo deseado. A veces el proceso se dilata, pero una vez logado, el hilo obtenido –sobre todo si la prenda es de buena calidad –casi asegura el éxito de la misión última. Se debe utilizar tal como lo haría con un verdadero hilo dental, y es apto para principiantes.

Pelo. La versión sofisticada de la hilacha, reservada para verdaderos artistas del arte del huachalomo y el perejil. El uso del pelo es quizá una de las más refinadas posibilidades en la lucha contra los restos de comida en la cavidad bucal. Consiste en sacarse un pelo –debe ser largo, por lo que en algunos casos el pelo debe ser cedido por otra persona –y pasarlo entre los dientes como si fuera hilo dental. Si el pelo no ha sido lavado en algunos días, equivale al hilo dental encerado. La dificultad radica en que no tiene la resistencia de este último, por lo que cualquier movimiento violento o fuerza desmedida resulta en su inmediata ruptura. No es recomendable para personas sin experiencia, o con problemas de motricidad fina, que probablemente verán frustrados sus esfuerzos.

Alfiler, clip, chinche. Tres elementos de características similares, generalmente fáciles de encontrar en cualquier oficina. Más de una vez lo sacarán del apuro. El alfiler debe ser manejado con cuidado, porque pincharse las encías con él, duele. Y mucho. En el caso del clip, se recomienda desenrollarlo, dejando un alambre libre para ser maniobrado. Sólo puede ser usado en casos de separación dentaria mediana a grande, dado que por su grosor no cabe entre dientes muy juntos. En el caso de los chinches, valga una precisión: aunque puede ser utilizado, no se recomienda el clásico chinche de cabeza plana, ése en que la punta es un sacado de la cabeza. Si está dentro de sus posibilidades, mejor consiga uno de ésos que tienen cabezas de colores, utilizados generalmente en diarios murales y corchos. Son mucho más maniobrables. También puede ser peligroso para las encías, aunque en menor grado que el alfiler. Manéjese con cuidado.

Fósforo. Simple y eficiente, aunque requiere una mínima modificación en el caso de dientes relativamente normales. Por su grosor, no cabe en una dentadura con poca separación, por lo que hay que adelgazarlo rompiéndolo longitudinalmente. El problema es que eso genera astillas, que pueden quedar incrustadas en las encías. Y entre un pedazo de comida y una astilla, creo que prefiero quedarme con la comida. Úselo bajo su propio riesgo.

Hoja de papel. De una delicadeza extrema, este instrumento es quizá de los más complicados en su utilización. Se debe introducir el borde entre los dientes que se busca liberar, y deslizar suavemente. La dificultad radica en ciertas características de este implemento: primero, su constitución es en extremo frágil, por lo que cualquier fuerza al introducirla entre los dientes puede terminar en su ruptura. Además, al igual que las tarjetas de visita, se deshace con la saliva, e incluso más rápido que ellas. Pero asumiendo que la hoja esté ya en su lugar, viene la parte más delicada: deslizarla sin que el filoso borde corte nuestra encía es algo realmente difícil, por lo que el uso de este sistema se recomienda sólo como medida desesperada en caso de fallar las demás posibilidades.

Uña. He dejado para el final esta repulsiva opción. He conocido a personajes que se dejan larga la uña del dedo meñique de una de sus manos para cumplir con esta función. Es francamente repugnante, lo sé, pero no podía dejarlo fuera. Sirve, además, para otras cavidades, cumpliendo básicamente la función de la tapa del lápiz Bic (véase “La primera multiherramienta”, puntos 5 y 6). No por nada ha sido denominada “la uña del aseo”. Simplemente nauseabundo.

17 no aportaron:

Anónimo dijo...

Lo primero es lo primero: lanzar un chorro de fluidos -agua, vino, coca cola, saliva juntada con esfuerzo por a lo menos cinco minutos, o cualquier otro líquido elemento- que con potencia, desestabiliza, si tenemos suerte, al intruso en cuestión. Son los enjuagues que uno jura pasaron piola, pero los demás no solo lo advirtieron, si no que temen que el viscoso salga expedido y salpique a lo menos 4 o 5 comensales.

Anónimo dijo...

La punta del portaminas es también un gran adminículo que facilita la remoción de guachalomos. sólo hay que tomar una precaución antes de utilizarla: sacarle la mina. No vaya a ser cosa que el grafito adherido al molar, canino o incisivo se confunda con una caries...

Anónimo dijo...

Insufrible y antihigienico Post. Me niego a comentar.
Será hasta el lunes.

El que no aporta dijo...

Aladino: su alternativa es una versión mejorada -si cabe usar ese término en un tema como este -de la succión en seco. Básicamente se trata de usar la cavidad y músculos bucales para hacer salir al intruso. Me parece repugnante, en todo caso. Y claro, a nadie le gustaría estar cerca de alguien que ejecuta una maniobra de esa clase.

Señora, ha dado usted en el clavo; gran adminículo el portaminas. Lo de la mina es además importante porque si se quiebra, puede quedar clavada en la encía, o peor, justo donde la encía se junta con el diente.
Una precisión: idealmente el portaminas debe ser 0,3 ó 0,5. De 0,7 hacia arriba disminuye su eficacia.

Señor Varas, lamento su actitud ante un post que, al contrario de lo que señala, colabora activamente con la higiene. ¿O prefiere que su interlocutor le hable con un perejil en el diente? ¿Puede usted, en dicho caso, mirar algo que no sea el diente verde? Yo no. Prefiero que, obviamente en mi ausencia, eche mano a cualquiera de las técnicas mencionadas. Siempre que el carnet, portaminas o lo que elija no sea mío, claro.

El que no aporta dijo...

Por lo demás señor Varas, lo invito a revisar hoy mismo,o durante el fin de semana, ya que este post corresponde al día de ayer. Las actualizaciones son hechas por lo general durante la tarde, por lo que hoy habrá un nuevo post, que espero no le provoque tanto disgusto.

Anónimo dijo...

Agradezco su consideración, espero que la entrega vespertina sea algo un poco más reconfortante.

Anónimo dijo...

lo mas incomodo es cuando uno esta en la comida creyento todo el rato que tiene algo entre los diente y casi no habla y hace todo tipo de artimañas para sacarse lo que tiene entre los dientes y pasa incomodo mucho rato y finalmente cuando se ve frente al espejo no se ve nada entre los dientes pero tenia el cierre o "marrueco" abierto.

El que no aporta dijo...

Varas, no se preocupe. Como bien dijera Raúl Matas, "para eso estamos".

Roquesito, es cierto eso. Pero peor que estarse tapando los dientes o no hablando es no darse cuenta, y ser el alma de la fiesta con el perejil a vista y paciencia de todos.
El marrueco (¿se habrá inventado allá?) es un tema complejo, que más de una vez nos ha hecho pasar incomodidades o vergüenzas. En especial si la ropa interior -sea slip o boxer, para el caso es lo mismo -es blanca y el pantalón es oscuro. En esos casos, es casi imposible pasar desapercibido.

gerardo valle dijo...

bueno siempre y cuando se tenga slip... ya que solia tener compañeros o que se les habia olvidado ponerselo o andaban con el pijama puesto.

El que no aporta dijo...

Gerardo, así no más es. ¿Leyó señor Varas? Eso sí que es antihigiénico.

Por lo demás, el caso del olvido que plantea Gerardo, además de eventualmente hacerlo pasar a uno una mayor vergüenza, es francamente un riesgo para la integridad física, al menos en el caso de los hombres. Me hace recordar esa horrible escena -creo que incluso tuve pesadillas con ella- de "Loco por Mary". Las lágrimas corren por mi cara de sólo acordarme.

Pedro dijo...

Varias veces, estando en el sur, me han salvado los boletos de las micros... Se que podría entrar en la categoría "hojas de papel" pero ni te explico lo difícil que es con el tamaño del papel.
Saludos y educativo post

sgordillo dijo...

Me sorprende que no esté entre sus "caminos de solución" el "traspaso de mochila" tan acostumbrado en nuestra sociedad. Diré primero que todo, que es más eficiente cuando el afectado es varón, (no me refiero a que sea fleto, si no que es quien tiene el problema). El procedimiento consiste en besar profundamente a una dama, preferentemente de lengua pequeña, que en su acción arrase con el elemento en cuestión. Seguramente ella, habitualmente más preparadas que nosotros, tendrá en su cartera más de un adminículo con qué enfrentar al intruso.

marcelo dijo...

sólo quisiera agregar que en ciertas culturas, de las cuales no son muy adeptos al uso del papel higiénico, "la uña del aseo" es también utilizada para remover otro tipo de sustancias, generalmente acompañadas de agua o un chorro de agua..

Danny Catalán Schiller dijo...

Bien señores, gusto de conocerlos en este higiénico-perturbador post al cual incluso le puedo oler. ( y no es muy agradable por cierto)
Más allá de sumar con algún artefacto con el cual remover esa escurridiza semilla o carne -entre otras- quiero traer a la mesa la memorable ocasión en la cual el ministro de salud de entonces Pedro García recomendó en un consultorio usar HILO DE COSER para la limpieza dental; causando esta respuesta la comprensible reacción iracunda de los pobladores.
Por suerte no le preguntaron que hacer en el caso de padecer una diarrea galopante.
Mal improvisador.

Anónimo dijo...

Hola¡¡¡ Lo leí en mi trabajo.... me hizo reir mucho... Realmente notable... gracias por hacerme reir tanto...

Claudio dijo...

Estimado creador del post y asiduos lectores:

Con la intención de no quedarme fuera de la historia viendo como todos hacen sus aportes, pues aquí les dejo el mío.

Para los lectores que de vez en cuando o muy amenudo visitan los patios de comidas, les recomiendo los envases tipo mini sachet de mostaza, mayonesa y ketchup. Los afilados contornos de dichos sachets hacen muy bien el trabajo. El tipo de herramienta sería un subconjunto del tipo carnet de identidad antiguo.

Un saludo para el ingenioso bloggero, que me he reído bastante con esta lectura :D

Claudio

Anónimo dijo...

last few days our group held a similar talk about this topic and you illustrate something we have not covered yet, appreciate that.

- Kris